Marian Peña

Observando al Mundo

Marian Peña


De nuevo, las barracas

16/03/2022

La ubicación de las barracas durante las fiestas de San Pedro y San Pablo, aunque parezca un tema menor, es quizá uno de los principales asuntos pendientes que arrastra la ciudad desde la época en la que se instalaban en el Paseo de la Quinta, algo que el lector solo recordará si tiene más de cincuenta años.

Medio siglo parece un plazo más que suficiente para resolver cualquier problema pero, en este caso, los sucesivos gobiernos municipales se han empeñado solo en poner parches y llevar la feria de barrio en barrio, de manera 'provisional', hasta que arreciaban las protestas vecinales y parece que así seguimos. La diferencia es que ahora los vecinos se quejan antes sufrir las molestias en vista de que esta provisionalidad ha durado, en algún caso, dieciocho años, bien lo saben los residentes en las cercanías de la avenida Cantabria. De ahí que los vecinos de Fuentecillas desconfíen de los dos o tres años que mencionaba el alcalde en esta ocasión.

Desde luego que no es lo más apropiado instalar una feria, donde imperan el ruido y el trasiego de gente hasta altas horas, en una zona residencial. Aunque, a decir verdad, yo la he tenido a la puerta de mi casa durante cinco Sampedros y tampoco es para tanto. Son solo dos semanas al año, pero esto depende de la tolerancia de cada uno.

Hasta la saciedad se ha prometido la puesta en marcha de un recinto ferial, que nunca llega, que dé cabida de manera fija a estas y otras actividades, aunque parece que esta opción también será difícil que se materialice en vista de que los barrios aledaños a los antiguos depósitos de la CLH, lugar que se baraja para levantar esta infraestructura, ya han comenzado a movilizarse.

Así somos los urbanitas, queremos todas las ventajas y ningún inconveniente. Queremos divertirnos en las barracas, que estén alejadas de nuestro barrio pero que queden céntricas para no tener que coger el coche. ¿Alguien da más?

La realidad es que las molestias siempre existen; unos pocos días al año las barracas incordian a unos, otros pocos las procesiones a los del centro, los peñistas que salen de los toros a los conductores y un largo etcétera. Este sería un buen momento para reflexionar sobre la convivencia y la tolerancia o bien, de olvidarnos de contar con las barracas.