Ensalzar el hallazgo X-Y de una mujer desconocida

S.F.L.
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Celia Ortiz estudia Genética y centra su TFG en divulgar a Nettie Stevens, la científica que descubrió los cromosomas sexuales en 1905

Celia Ortiz. - Foto: DB.

Desde que Celia Ortiz entrara a formar parte del alumnado del Instituto La Bureba de Briviesca tuvo claro que sentía una especial debilidad por las asignaturas que guardaban relación con la ciencia. Al alcanzar los cursos más superiores se topó con la disciplina de Biología, que se abrió paso entre el abanico de posibles opciones para estudiar en un futuro. Un futuro que llegó demasiado pronto y que a punto está de conducir a la joven a llegar a la meta. Pero su sueño no acaba ahí sino que continuará hasta convertirse en embrióloga clínica en el ámbito de la Reproducción Humana Asistida.

A escasos tres meses de finalizar sus estudios de Genética en la Universidad Autónoma de Barcelona, la investigadora da los últimos coletazos en su Trabajo Fin de Grado, al que se ha dedicado en cuerpo y alma a divulgar la figura de Nettie Stevens, una científica olvidada que descubrió las bases genéticas de la determinación del sexo: los cromosomas X e Y. «A todos nos suenan las historias de Marie Curie o Rosalind Franklin, pero pocos conocen la historia de esta americana con tan altas capacidades intelectuales», declara la estudiante.

Durante siglos las mujeres han sido excluidas del ámbito científico, ya sea por prejuicios o porque tradicionalmente se les ha asignado un rol de cuidadoras en el hogar, pero con este proyecto la briviescana quiere destapar la importancia y las aportaciones realizadas a la Biología y Genética de algunas de ellas, de las que apenas se conocen sus nombres. Stevens se formó en la Universidad de Stanford como bióloga y a pesar de las dificultades de la época, en 1903 se doctoró en el Bryan Mawr College de Filadelfia, en la misma facultad en la que se encontraban dos de los grandes genios de la disciplina de aquellos años: Edmund B. Wilson y Thomas H. Morgan. «Este último la incorporó a su equipo de investigación y dirigió personalmente su trabajo», expone.

En 1905, la genetista publicó un artículo en el que anunciaba el descubrimiento de que «una combinación particular de cromosomas conocidos como X e Y era la responsable de la determinación del sexo en el individuo, que puso fin al debate sobre si el género era una cuestión de herencia o de influencia ambiental embrionaria», añade. El hallazgo fue anunciado ese mismo año paralelamente por Edmund B. Wilson en la Universidad de Columbia y «con frecuencia y sin razón alguna, se le ha atribuido este descubrimiento al tratarse de un científico más reconocido. Sin embargo, se ha demostrado que Wilson era conocedor del trabajo de Stevens antes de que él publicara sus resultados», aclara la universitaria.

Desenlace.

Desafortunadamente, Stevens murió de cáncer de mama en 1912 pero, a pesar de una corta carrera, su influencia y trabajo quedará ligado para siempre en la comprensión del mecanismo genético de la determinación sexual. «Los descubrimientos de esta investigadora se ha eclipsado por científicos de mayor reputación. Por ello, quiero darle con mi proyecto el reconocimiento que merece como mujer y como genetista, además de reivindicar el papel de las mujeres en la ciencia, un ámbito liderado mayoritariamente por hombres», sentencia.