Hay vida antes de los juzgados

F.L.D.
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El servicio de mediación retoma su actividad con el objetivo de convertirse en una pieza clave para aliviar el colapso de los tribunales

Los coordinadores del servicio, Julia Manero (izq.), Benito Saiz y Ana Marta Miguel. - Foto: Jesús J. Matías

En cualquier conflicto que surge en diferentes aspectos cotidianos acudir a los tribunales suele ser la última opción. Pero una vez que se emprende ese tortuoso camino se llega hasta el final. Los problemas se enquistan y no hay forma de reconducir la situación. Pero hay más vida antes de sentarse frente a un juez. En gran parte de los países de este continente existe una mayor cultura de la mediación, un recorrido jurídico que se ha demostrado en ocasiones mucho más eficaz. Los colegios de abogados, procuradores y graduados sociales se unieron en 2018 para poner en marcha este servicio en materia laboral de manera gratuita gracias a un convenio con el Ayuntamiento. El proyecto abrió un paréntesis por la pandemia y por los problemas de la renovación del acuerdo municipal. Ahora, lo han reactivado en un momento crucial para aliviar el alarmante colapso de los juzgados. 

El Día Europeo de la Mediación, que se celebró este jueves, sirve para que el mundo jurídico lo reivindique como una herramienta más para la resolución de los conflictos. Se podría decir que es una manera más amistosa, pues no deja de ser traumático verse en una sala de vistas frente a la otra parte, especialmente en asuntos laborales. «Cuando un trabajador y una empresa terminan en los juzgados la relación se rompe totalmente. En mediación, se puede conseguir restaurar la confianza», defiende Julia Manero, abogada y coordinadora del servicio de Burgos. 

En la jurisdicción social, este mecanismo de resolución de problemas cobra más sentido. Primero, apunta Manero, porque en casi todas las demandas subyacen rencillas que solo salen a la luz cuando vuelve la comunicación. Segundo, porque los tiempos de respuesta son mucho menores que en los tribunales. Otro de los coordinadores y decano del Colegio de Graduados Sociales de Burgos, Benito Saiz, matiza que no todos los temas laborales se pueden resolver con mediación, ya que por ejemplo los procedimientos de seguridad social o pensiones la parte contraria es la administración, pero sí un porcentaje muy alto. «Los plazos se van a acortar si aligeramos muchos procedimientos a través de este servicio. De la otra forma, es posible que no se solucione hasta después de un año», advierte. 

Desde 2018, la mediación ha resuelto en Burgos algunos casos individuales, pero el más importante fue el pacto entre Brigdestone y 400 de sus trabajadores por unos días flexibles del año 2015. De haber llegado a los tribunales, el procedimiento habría sido interminable. También inició el acercamiento entre Pepsico y sus empleados, aunque tras los problemas en la renovación del convenio el asunto se solucionó de manera privada. 

«Conseguimos que las partes hablen, que se comuniquen. En el caso de Bridgestone, se terminaron arreglando los problemas en la misma fábrica», recuerda Julia Manero. «En conflictos colectivos», completa Benito Saiz, «la mediación evita incidentes, como pueden ser parones de la producción o huelgas. La situación va a estar mucho más calmada», insiste.

La realidad es que, por el momento, en España no se apuesta por la mediación como lo hacen en otros países europeos. «Hay mucho desconocimiento», opina otra de las responsables de este servicio, la procuradora Ana Marta Miguel.

«Poco a poco», aclara, «se va cambiando la dinámica y cada vez son más los profesionales que recomiendan esta vía». Incluso las juezas titulares de los Social están instando a las partes a emprender la conciliación. De hecho, rechazar este camino puede tener consecuencias posteriores si se entiende que no hay buena fe.

Los responsables del servicio quieren extender la mediación a más jurisdicciones y a corto plazo esperan firmar otro convenio para  lo contencioso-administrativo.