Oda a los caldos del futuro

R. PÉREZ BARREDO
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Los vinos de Arlanza se llenan de fuerza y optimismo tras celebrar el XXIX Certamen de caldos de esta cuenca, un éxito en calidad

El Ayuntamiento de Tordómar acogió el evento, secundando por todo el vecindario. - Foto: Patricia

Toma Jesús Pérez el porrón. Luce una mañana impoluta: cielo azul, ni gota del viento que poco antes casi arruina el tenderete preparado para la fiesta. Empina el codo con ese talento que se tiene o no se tiene y eleva el cristal fino por encima del hombro. Y el vino sale como tiene que salir: con ese chorro cadencioso, perfecto. Y Jesús lo recibe en su boca como ambrosía, y el vino entra en ésta con sencillez, con naturalidad. Pero este virtuoso del porrón va elevando el brazo, y con él el chorro; y éste de pronto golpea en su nariz, y más adelante en su frente. Y aunque no se lo crea, lector, ni una gota le cayó en la camisa: el líquido elemento, el ámbar de los dioses en versión clarete, fue deslizándose por el rostro de este vecino de Tordueles hasta desembocar en su boca como néctar glorioso, como en el mar, que es el morir tal y como cantó el poeta. No fue Jesús el único que ayer, en Tordómar, honró al vino que se hace en la comarca delArlanza: cientos de vecinos quisieron tomar parte del XXIX Certamen del Vino Cuenca del Arlanza.

Una convocatoria que no defraudó a nadie: el que se hace en esta privilegiada zona de Burgos es, señores, el vino del futuro. Lo tiene claro Ramiro García, presidente de la D.O. Arlanza. «Arlanza ha pasado de ser la gran olvidada a la gran promesa». Lo afirma con argumentos: de un lado, el incuestionable cambio climático: la temperatura media ha subido, y lo que antes eran zonas buenas de plantación y maduración de la uva, ahora lo son menos. Hay problemas de maduración. Y sucede que Arlanza está en una altitud perfecta, ideal. «Estamos a la altitud de los mejores vinos del mundo, los de las zonas extremas, como Alsacia o Borgoña. La zona más extrema de España es esta, es Arlanza», subraya.

La cata, que pasó por el paladar, el olfato y los sentidos de seis personas (que gozaron de la acaricia de nada menos que 52 vinos), consideró ayer que el mejor clarete es el producido por Carlos Sancho, de Tordómar, con sus viñas ubicada en Santa Inés; en segundo lugar, Jesús Domingo, también de Tordómar; y en tercero, Isidro Ramos, de Tordueles. Respecto de los tintos, el primer puesto fue para Jorge Benito, de Solarana, seguido por Isidro Lozano, de Quintanilla del Agua, y Daniel Llop, de Santa María del Campo. «Lo que se ha demostrado hoy es la enorme calidad tanto en rosado como en tinto», destaca García, quien subraya que el futuro de esta Denominación de Origen tiene todas las posibilidades por delante y todo el futuro del mundo (...).

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