La hostelería mirandesa vive en una «tormenta perfecta»

JUNIOR VIEIRA
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El aumento del recibo de la luz y la cuota de autónomos ha acentuado la situación en el mes de enero. «Son incrementos que no puedes repercutir en los clientes», explican los negocios

Terraza de uno de los múltiples locales hosteleros que se sitúan a lo largo de Miranda. - Foto: Jesús J. Matías

La llegada del nuevo año ha traído consigo un incremento tanto en los productos que los bares compran a distribuidores como en la cuota de autónomos que pagan sus propietarios. Una situación que ha provocado «una tormenta perfecta», explica Pepe Rey, presidente de la Asociación de Hosteleros. El precio de la luz también continúa al alza y ha llevado a muchos bares a prescindir de actividades como el fútbol. Un aumento de los gastos que no «se puede repercutir en los clientes», cuentan los locales. 

Desde que estalló la pandemia, la situación ha sido critica para múltiples de los establecimientos hosteleros de la ciudad. No obstante, estos obstáculos se han acentuado con el encarecimiento de los productos que los negocios compran a los distribuidores. «Hay cosas que nos han subido hasta 9 euros», explica Susana Conde, propietaria del bar Suite, quien añade que «los propios proveedores te lo dicen». Una situación que comparten desde el bar Plan B, donde afirman que «se ha visto un aumento de los precios, pero no está la cosa como para subirlos». Esta problemática no tiene su origen tan solo en la pandemia sino, que se «ha de jugar con ella», ya que «todos los años siempre hay una pequeña inflación», aclara Daniel Nunes, gerente de La Madre, quien nota sobre todo esta subida en «vinos y licores». El dueño considera que «hay que poner la lupa desde el primer producto que vendes hasta el último». A este incremento de precios se le añade la situación de los autónomos. Los hosteleros se quejan de «la constante subida» de la tasa de cotización y lo ven como un aliciente más al delicado panorama que viven desde hace ya dos años. 

El precio de la luz continúa al alza y los establecimientos hosteleros se ven directamente afectados. «Es algo que no habría que mirar con lupa, sino lo siguiente», exige Nunes. Una problemática que ha repercutido de forma directa a otras actividades hosteleras, como por ejemplo los derechos televisivos. Al tratarse Miranda de una ciudad con mucha tradición futbolera, «La Madre es un bar que paga 360 euros al mes por ello,  pero puede paliar ese coste al tener mucho espacio y aforo», explica su gerente, pero «para otros es imposible, ya que tienen la mitad de capacidad», añade. Su encarecimiento también afecta a la restauración, ya que «muchas cocinas trabajan con propano o butano, y ese tipo de energía ha supuesto un incremento».  Una situación con la que «empatiza». Desde el Plan B lo relacionan también con el impacto del coronavirus. «Tienes que invertir más tanto en la luz como en la calefacción», explican. 

A esta problemática se le añade que «se vende muy poco», explica Ángel Melgosa, dueño del Rigoletto, quien añade que «hay bares que solo abren los fines de semana porque venden más». El  miedo al coronavirus y el frío ha provocado que  muchos clientes hayan sido reticentes a consumir. «Hay poca gente, y si a los de siempre pues les exprimes», explican desde el Plan B sobre la posibilidad de subir los precios. Afirman también que «el mes de enero es muy malo, y el de febrero aún peor». La Madre ha sido uno de los bares que sí los ha incrementado, ya que según explican «hay que adaptarse» y esta se trata de una cuestión que «afecta a muchísimos sectores». Desde el Suite aclaran que «como mucho puedes subir 10 céntimos» y para el trabajar de cara al público, «todo depende de si la gente se lo puede permitir o no».

Se trata de un conjunto de circunstancias que «está siendo muy difícil», explica Pepe Rey, presidente de la Asociación de Hosteleros, quien añade que los mismos «se han dado de cruces con el poco público y una subida de precios bastante elevada». Próximamente se convocará la primera reunión de la asociación en dos años para «tomar el pulso de como está la situación». El hostelero prefiere mantenerse optimista y explica que «no queda otra que seguir adelante». Con más razón «después de todo lo que ha pasado», ya que «no se puede dejar de remar ahora que se está llegando a la orilla», concluye.

La subida del precio de los alquileres también ha supuesto un aliciente.  Desde el Suite consideran que «los precios en Miranda son desorbitados». No solo en aquellos espacios destinados a la hostelería, sino también en «viviendas». A ello se le añade la falta de profesionales en el sector. «Yo tengo un cartel desde hace dos meses y medio y no te llega ningún currículum», concluye Conde.