Parada y fonda en Burgos para el último emperador de Brasil

H.J.
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En 1871, Pedro II pasó por la capital burgalesa durante su primer gran viaje por Europa. El séquito imperial coincidió unas horas con el escritor Edmundo de Amicis, que dejó constancia del encuentro

Fotomontaje de un Pedro II anciano, ante una estampa de la ciudad en el siglo XIX - Foto: Archivo Municipal y DB

Era una corte llamativa de un monarca peculiar. Mestiza, multilingüe y ruidosa, que llamaba la atención allá por donde pasaran, porque en aquella época no era nada habitual que en mitad de la vieja castilla pasara el séquito de un emperador así.

Pedro II de Brasil, el segundo y último ocupante del Trono del Amazonas, viajó por Europa entre los años 1871 y 1872. Bajo el nombre de ‘Don Pedro de Alcántara’, procuraba desplazarse de un modo relativamente modesto teniendo en cuenta su cargo, se mezclaba con el resto de viajeros de manera informal y se alojaba en hoteles.

En algún momento de su paso por España estuvo en la ciudad de Burgos, y lo sabemos gracias al testimonio directo del escritor italiano Edmundo de Amicis. En su libro Viaje durante el reinado de Don Amadeo de Saboya, el también autor de Corazón dedica unas cuantas páginas a su propia parada en Burgos y cuenta que en una fonda próxima a la Plaza Mayor estaba también el emperador de Brasil: "Había llegado aquella misma mañana y por la noche debía marcharse a Madrid. En la sala en que yo comí, junto con varios españoles a los que di conversación hasta la hora de la partida, comían todos los mayordomos, camareros, servidores, correos y qué sé yo de su majestad imperial, sentados en torno de una gran mesa que ocupaban por entero".

Aquel singular grupo no podía pasar desapercibido y tampoco lo hizo para De Amicis: "En mi vida he visto grupo más extraño de criaturas humanas. Había caras blancas, caras negras, caras amarillas, caras de color de bronce, con ciertos ojos y narices y bocas, que no se encontrarían iguales en toda la colección del Pasquino de Teja", recoge.

No solo sus facciones llamaron la atención al italiano, sino también el hecho de que "cada uno hablaba una lengua diversa bastardeada". El inglés, el portugués, el español o "una jamás oída mescolanza de los cuatro idiomas" se entrelazaban "añadiendo a ello palabras, sonidos y cadencias de no sé qué dialectos; y se entendían y conversaban todos a un tiempo en confusión tal, que parecía que hablasen una sola lengua misteriosa y horrible de alguna tierra salvaje ignorada del mundo". Hoy lo llamaríamos cosmopolitismo o multiculturalidad, pero es evidente que al periodista transalpino le maravilló por completo.

Sin registro gráfico. No hay registro gráfico de la visita de Pedro II (la fotografía se había inventado solo unos pocos años antes) y en el Archivo Municipal nada consta al respecto, pero por suerte nos queda esta descripción, y parece lógico que Burgos fuera por aquel entonces parada obligada entre Francia y la capital de España, recorrido que efectuaba el emperador brasileño.

En el momento álgido de su reinado, con Brasil plenamente independizado de Portugal y finalizadas de manera victoriosa sus guerras con Paraguay y Uruguay, Pedro II y su esposa pasaron meses viajando por España, Reino Unido, Bélgica, el Imperio alemán, el Imperio austrohúngaro, Italia, Egipto, Grecia, Suiza y Francia.

Junto al establecimiento de lazos diplomáticos, su particular ‘Grand Tour’ europeo le sirvió para reforzar el prestigio y el conocimiento sobre Brasil, además de para entablar sesudos debates con científicos e intelectuales con los que saciar su curiosidad innata. Volvió a su país en 1872 y cuatro años después realizó otra gira por Estados Unidos, además de cruzar de nuevo el Atlántico para un segundo viaje europeo en el cual esta vez no incluyó a España.

Su reinado, y con él el Imperio de Brasil, acabaron en 1889 tras un golpe de Estado militar que instauró la República como forma de gobierno. Murió exiliado en París dos años después y pronto empezó a ser recordado como un gobernante bajo cuyo mandato se produjo un importante desarrollo del país y como un aficionado y mecenas de la ciencia y la cultura. Y esa figura mayoritariamente desconocida pero fundamental en la historia de Sudamérica durante el siglo XIX pasó unas horas en Burgos con su comitiva multicolor.