Cuando escucho a alguien decir que las cosas son sencillas, lo miro con envidia y me digo que es un tipo afortunado. Posee el don de ahondar en la esencia de la vida, o quizás la fortuna de que su mente sea estrecha y no llegue a percibir las paradojas, contradicciones, hipocresías y oscuridades que nos rodean. Mi admirado Yoel de Rosnay explicó que la vida humana es una evolución de lo simple a lo complejo, de la célula a un cerebro nada simple, pues su funcionamiento es la interacción de millones de neuronas que producen los racionamientos o las percepciones.
Siempre observé con asombro el hecho de que un montón de instituciones e ideas representan en la práctica lo contrario de lo que significan. Jamás pude entender que con el evangelio en la mano (que es el más maravilloso libro de amor jamás escrito) se han realizado crímenes, genocidios, enriquecimientos y esclavitudes. O qué gran cantidad de veces se ha dicho perseguir la paz con la guerra, amar a quien se tortura, dar un abrazo o un beso a quien se va a traicionar.
Cuántas sonrisas han precedido al dolor, y cuántos estatutos, constituciones, leyes hay en el mundo que, con las más bellas ideas, consagran las más pérfidas prácticas.
Hay por supuesto gente que se cree estas realidades contrarias y matarían por ellas como elegidos del destino. El mismo Putin en su discurso (relato se llama ahora) dice actuar con bombas para defenderse del nazismo de Occidente, y masacra ciudades ucranianas porque quiere que impere la paz y la felicidad en la tierra.
O una ley que surge para defender mejor a las víctimas de la violencia de género, pero ocurre que los primeros beneficiados son los agresores. O discursos grandilocuentes de la defensa de España por partidos que no han presentado ni una enmienda a los presupuestos, como los de Vox. O una ministra como Irene Montero, adalid de la defensa de la mujer, que acusa a todas las mujeres que votan al Partido Popular de promover o aceptar la cultura de la violación. ¿Las acusa de promover que violen a sus hijas?
Respecto del Mundial de Qatar, enfrentar hechos y palabras es devanarse en esa atroz complejidad que es la realidad, que sitúo en la aceptación de muchas mujeres de su oscura opresión, porque lo dice un Dios que es luz y bondad. Y se rasgan las vestiduras en muchos gobiernos occidentales, pero es floreciente el comercio con dictaduras de uno y otro signo y a la vez que se critica la falta de democracia, se sostiene económicamente el autoritarismo.
¡Vaya que sí es extraña y compleja la realidad!, tanto que hasta existe un refrán que dice «hay amores que matan», y otro que «quien bien te quiere te hará sufrir». Afortunados los que piensan que todo es sencillo, porque disfrutan de la felicidad de la ignorancia.