"Jubilarse es algo brutal. Haces lo que quieres y te pagan"

H.J.
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Francisco Almendres es uno de esos hombres y esta es (parte de) su historia

Almendres defiende que Burgos tiene una segunda joya, a la altura de la Catedral: "Un río elegante". Por eso elige posar junto a él. - Foto: Luis López Araico

*Este artículo se publicó en la edición impresa de Diario de Burgos el pasado 21 de diciembre. 

De los montes de Reinosa a las orillas del Arlanzón, la vida de Francisco Ramón Almendres López (Paco para los amigos) lleva transcurriendo 72 años entre las dos localidades de sus amores. Orgulloso de sus orígenes, en su conversación transmite constantemente el amor por la tierra que le acogió y donde formó una familia. Habla maravillas del río que atraviesa a la capital castellana y conoce como pocos la red de carreteras que vertebran la provincia. Por algo ha sido durante muchos años Jefe de la Demarcación encargada de las infraestructuras viarias.

Nació campurriano en el año 1948 y allí pasó toda su infancia y adolescencia. Su padre regentaba un taller de bicicletas y era empleado municipal, su madre era ama de casa y él era el mayor de cinco hermanos, así que en aquella familia humilde no sobraba el dinero y desde muy joven tuvo que ganarse el derecho a becas para poder estudiar. Pero lo consiguió de forma exitosa, y al terminar el bachillerato escogió una carrera que estuvieses cerca de su tierra.

Santander tenía por aquel entonces la segunda escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos de toda España, solo por detrás de Madrid, así que se recorrió en tren los 70 kilómetros que separan la montaña de la costa y se mudó a casa de una tía suya para poder terminar los estudios en el plazo de seis años.

"Cuando acabé la carrera ya había compañeros que empezaban a emigrar, se iban a Kuwait o a Venezuela, porque empezó la crisis del petróleo y en España escaseaba el trabajo", explica. Así que tras pasar unos años haciendo trabajos en Vizcaya y en Cantabria (entre otras, el puente de Pedreña a Somo), se dio cuenta de que quería mejorar: "Ir de obra en obra era duro, así que me preparé unas oposiciones. Eran cuatro exámenes que había que hacer en Madrid, bastante difíciles, el último de ellos oral, en el antiguo Ministerio de Obras Públicas. Pero logré aprobar y mi primer destino fue Lugo".

Apenas estuvo un año en tierras gallegas y en 1981 consiguió el traslado a Burgos. "Salvo la N-I y la N-620, el resto de la red era malísima. No había un solo kilómetro de autovía, únicamente estaba hecha la BU-30 que conecta la plaza del Rey con el Nudo Landa, y ya por entonces había un tráfico muy intenso que colapsaba frecuentemente la capital, sobre todo en las grandes operaciones salida del verano o de Semana Santa. Estaba todo por hacer", recuerda.

En 1984, con la puesta en marcha del Estado de las Autonomías, dos tercios de los funcionarios y de los camineros del Estado pasaron a depender de la Junta de Castilla y León. "Yo era uno de los jóvenes y allí que fui de cabeza, cuando la Junta estaba diseminada por un montón de pisos por toda la ciudad. Carreteras estaba en un sitio, Urbanismo en otro, Medio Ambiente en otro y Vivienda, donde yo trabajaba, estaba en el edificio Monasterio, junto a Capitanía. Teníamos muy pocos medios pero éramos jóvenes con muchas ganas", explica. De sus manos salió, por ejemplo, el proyecto para lo que hoy es la sede de la Delegación Territorial que se ubica en la glorieta de Bilbao.

Cuatro años después, en 1988, le ofrecen volver a trabajar para el Estado para hacerse cargo de la jefatura provincial de Burgos. Y casi inmediatamente surge la oportunidad de traer la Demarcación de Carreteras de Castilla y León Oriental, que supuso empezar a coordinar las obras en la red estatal no solo del territorio burgalés sino también de Soria, Segovia y Ávila.

El maná de Bruselas. "Teníamos la mayor o una de las mayores redes provinciales de España y fue una labor ingente", sostiene Almendres. Al poco tiempo, y a raíz de la entrada en la Unión Europea, "hubo un salto espectacular con la llegada de fondos de Bruselas". Fue la época en la que se desdoblaron la A-1 o la A-62, consolidadas como grandes rutas internacionales, y se empezó a construir la circunvalación de la capital.

Mientras tanto, en lo personal, este cántabro echaba definitivamente raíces en Burgos. Vino a vivir aquí su mujer, su niño de solo ocho meses y aquí tuvieron otro chaval. Aunque la madre de Francisco sigue viviendo en Reinosa, y por tanto mantiene frecuentes vínculos con su pueblo, Almendres asegura que "estamos muy arraigados en Burgos, no nos hemos querido marchar y estamos encantados de vivir en esta ciudad".

Es más, revela que en su día le ofrecieron hasta dos veces el cargo de gobernador civil (ahora sería el de subdelegado del Gobierno), primero en Soria y luego en La Coruña. "Fue durante la época del gobernador Cruz de Castro, y les dije que no. No me compensaba irme solo a vivir lejos".

En su día tuvo una breve experiencia como concejal del PSOE en Los Corrales de Buelna y no oculta sus simpatías socialistas, de ahí que los cambios políticos le afectaran en el desempeño de los cargos de libre designación. Tras haber sido jefe de la Demarcación entre los años 1989 y 1997, fue cesado y no volvió al puesto hasta que llegó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en 2004.

En esta segunda etapa, que se prolongó hasta 2012, padeció las consecuencias de la anterior crisis económica y del gran tijeretazo del ministro José Blanco, aunque subraya que pese a las dificultades "pudimos terminar la ronda norte y la variante de Aranda, pero sobre todo se empezaron a mover muchos proyectos que llevaban años parados y que tenían que superar los procesos de información pública".

En la ronda norte, por cierto, vivió en sus propias carnes la odisea del túnel que se hundió y permaneció parado durante meses. El enorme retraso hizo correr ríos de tinta "pero yo creo que las críticas que recibíamos por todos lados eran injustas y que solo era cuestión de tiempo que la obra se terminase, porque estaba contratada", se defiende.

Asegura, de hecho, que los procesos en la administración pública "son tan garantistas que acaban siendo poco eficaces. Antes de que entrásemos en la CEE, en Europa tardaban en hacer las obras el doble que nosotros, pero esta por esta razón", sostiene. Y explica que los problemas de tiras y aflojas con las empresas, las tristemente famosas negociaciones para los modificados de proyectos que tantos quebraderos de cabeza provoca a la administración, "son un problema complejo que sucede en el mundo entero y de toda la vida. Hay que ser transparentes y puede haber errores, pero tras haber licitado billones de euros a lo largo de muchos años en España no hemos tenido ningún escándalo importante por esta cuestión".

Lamenta Almendres que durante los años de bonanza no se ha aprovechado para poner en marcha nuevas infraestructuras. "Es una pena que no se hayan contratado proyectos que ya estaban hechos. Burgos está siendo maltratada por todas las administraciones, mira la autovía A-12 que lleva parada 6 o 7 años cuando en La Rioja ya la han acabado salvo precisamente el tramo de conexión con Burgos, mientras el puerto de la Pedrada está hecho una porquería y la travesía de Ibeas es lamentable. Algo parecido ocurre con la A-73".

En este momento en que la crisis acecha de nuevo, Francisco Almendres defiende que los esfuerzos en obra pública no deben aflojar. "Comprendo que la situación actual es difícil, pero las infraestructuras no son un gasto, sino una inversión que tiene un gran retorno local en forma de impuestos. Aquí se queda el IVA, el dinero que dejan cientos de personas durante años durmiendo o comiendo aquí, es sin duda una inversión que tiene un gran utilidad social y además, cuando acaba, es una infraestructura que queda ahí y para la que seguirá habiendo coches durante muchísimos años, aunque ahora sean eléctricos"

Las ‘migajas’ del ave. ¿Y por qué ese maltrato a la provincia? "Igual porque damos poca guerra", comenta. "O porque la capital de Castilla y León no está aquí. Porque lo de la Junta tampoco tiene nombre, ese Parque Tecnológico que lleva años parado mientras hay miles de euros en subvenciones a otros polígonos en León o Valladolid. Y en el caso del Estado, no se puede entender lo del tren Directo. Con las migajas del AVE podría arreglarse esa línea", lamenta.

Por eso sostiene que existe "una marginación de todos los gobiernos", pues también reparte a Fomento por el desesperante retraso de la alta velocidad a Vitoria "que no se va a hacer como mínimo en 10 años, y eso empezando ya, cuando no hay ninguna perspectiva".

Poco a poco, debido a esta sucesión de olvidos, "Burgos ha ido quedando fuera de los grandes corredores de transporte, que se están yendo por ejemplo a Zaragoza, o que irá todavía más en beneficio de Valladolid cuando se acabe la A-11 y no esté lista la A-12 que discurre en paralelo unos kilómetros más al norte".

Cuando él llegó a la ciudad, a principios de los 80, "este era sin duda el nudo más importante de esta zona de España, incluso desde el punto de vista ferroviario porque aún funcionaba el Santander-Mediterráneo". Revertir ese proceso de pérdidas parece casi imposible, pero insiste en que "eso solo se conseguiría metiendo caña a los políticos", como asegura que en su día hacía Juan José Laborda (expresidente del Senado) para defender los intereses de la provincia: "Él se mojaba y daba la paliza en Madrid".

Sus últimas grandes inauguraciones como jefe de la Demarcación fueron el primer tramo de la A-73 (hasta Quintanaortuño) y la variante este-oeste de Aranda de Duero. "Estrenar obras así da una alegría tremenda. Ver pasar a los coches el primer día y darte cuenta del progreso que suponen, aunque es cierto que todas las autovías dañan a los negocios de las viejas carreteras nacionales y tienen sus daños colaterales. Me da pena por ejemplo cómo se ha arruinado La Brújula con la liberación de la AP-1".

Alejado ahora del hormigón y el asfalto, conserva su afición a la bicicleta que utiliza también para moverse por la ciudad, aunque acaba de ser víctima de un robo a plena luz del día, y hace un par de años redescubrió el placer de los libros apuntándose a un Club de Lectura. Primero probó con la novela y ahora se ha embarcado en el mundo de los ensayos. Su última reflexión es sobre ‘La revolución transhumanista’ y los cambios que se avecinan en campos tan variados como la genética, la biotecnología, la economía colaborativa o la robótica. "El gran problema del futuro será regular todo esto a nivel global, porque surgirán múltiples problemas éticos y de moral".

De ellos a buen seguro que debatirá con sus nietos, de los que habla maravillas y a los que disfruta algunas tardes a la semana. "Los estoy disfrutando muchísimo, como todo lo que supone la vida de jubilado. Llegar a esta edad en buen estado es una cosa brutal. Haces lo que quieres y encima te pagan", comenta divertido.

Por ahora, y a la espera de que la pandemia permita mayores alegrías, seguirá paseando a lo largo de su querido Arlanzón y demostrando una gran vitalidad y curiosidad intelectual. No parece echar de menos, sin embargo, la posibilidad de salir de España: "Viajar está sobrevalorado", remacha convencido.