Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


La foto

25/02/2022

Aquí empezó todo. La historia del PP relatará la mayor crisis desde su fundación con Castilla y León como punto de partida. Despreciable honor del que sin duda sus protagonistas reniegan. Inusitado protagonismo debido a un error de cálculo en una contienda ajena. Pablo Casado, mal asesorado y envalentonado por encuestas agradecidas que le indujeron al mayor engaño, quiso dar un manotazo en la mesa con el puño de Mañueco. Ambos se prometían tiempos futuros de vino y rosas. Un triple objetivo: Apropiarse de los votos de Ciudadanos, partido sin referencias ideológicas y sociales, apuntalar Casado su endeble liderazgo y trazar tierra por medio para escapar del aullido próximo de Vox. Fracaso sin paliativos.
En el mitin cierre de campaña fue captada una foto en Valladolid que hoy se revela premonitoria. Protagonistas del drama que estaba a punto de iniciarse. Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado, Mañueco y Núñez Feijóo saludaban a los incondicionales con un simulacro de unidad. Tal vez sea el sino de la política, oficio pragmático y en consecuencia despiadado. No había pasado una semana de aquella imagen y se reactivó la guerra fratricida. Casado acusó a Ayuso de conducta poco ejemplar, acaso delictiva, en un contrato de mascarillas en plena pandemia al permitir, sino propiciar, el enriquecimiento de su hermano. Casado quiso ser adalid de la rectitud frente a la corrupción en su partido. Pensaba que actitud tan honorable le granjearía el aplauso general y el apoyo de los suyos. Su error fue rectificar después. Se achantó ante la presidenta madrileña. Se olvidó que los delitos no pueden ser patrimonializados por quienes los denuncian. Ignoró de la sabiduría popular: A lo hecho, pecho. O tal vez simplemente no sabía que los españoles han sido anestesiados ente la corrupción, que es asunto por repetido, amortizado. O tal vez tampoco supiera que no se debe nombrar la soga en casa del ahorcado. Tendría que haber aprendido del compañero gallego en la foto, experto en tirar la piedra y esconder la mano. Poco sospechaba Casado que una semana después Feijóo ofrecería irónicamente su sacrificio personal como beneficiario de sus despojos.