Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Marcharse

09/02/2022

Hubo una ocasión en la que quedarme en Burgos no era una opción. Nada más lejos de mis deseos después de haber visto el mundo por el pequeño agujero de una Salamanca universitaria como puente que conducía a un futuro que, obviamente, me esperaba al otro lado del desfiladero como el mejor de los posibles, pero nunca aquí. Pese a su precariedad, el primer empleo, sin embargo, me amarró al lugar del que precisamente quería marcharme a toda prisa, y el amor y la familia hicieron el resto. 

El estudio 'Actitudes ante la despoblación', realizado por la Universidad de Burgos por encargo de la Junta de Castilla y León para buscar soluciones al desafío demográfico de la Comunidad Autónoma, me ha empujado a hacer cierto ejercicio de ensoñación para intentar imaginar cómo habría sido mi vida hasta ahora de haberse celebrado lejos de la meseta, como lo hicieron más de la mitad de aquel grupo de amigas para siempre que en los fines de semana de instituto nos divertíamos en algún bar de Las Llanas.

No lo he conseguido. Pero lo que no me ha sorprendido ni a mí, ni creo que a nadie, han sido las evidencias que el informe de la Universidad ha puesto sobre la mesa de la Junta de Castilla y León para saber quiénes son y por qué deciden marcharse los jóvenes de esta tierra. 

Mujer, menor de 30 años, en busca de un mejor futuro laboral o para perfeccionar su formación, movida a su vez por el deseo de crecer en espacios más tolerantes y dotados de mejores servicios, o sea, mayor calidad de vida para el cuerpo y el alma.

Me satisface que por fin la despoblación de esta Comunidad sea un asunto para el que la Sociología procure buscar respuestas, pero el quién y el porqué lleva más de cuarenta años repitiéndose como el Ave María del 13 de mayo cuando aún había fieles en las iglesias hoy cerradas de la vieja Castilla y León.

Confío en que no sea demasiado tarde para revertir la tendencia que, tras vaciar los pequeños pueblos, comenzará a hacerse más patente todavía en las recogidas ciudades. Aunque, si soy sincera conmigo misma, debo reconocer que si hoy tuviera menos de 30 años, me la traerían al pairo trabajo precario, amor y familia, y también optaría por marcharme.