Duendes en lo alto del valle

ÁLVAR SÁENZ
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En un antiguo camino rural que parte de Herrera de Valdivielso y atravesando la sierra que separa al Valle de las Caderechas con el Valle de Valdivielso se encuentra la Ruta de los Duendes, plagada de atractivos gracias a su bosque encantado

Duendes en lo alto del valle - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

El Valle de las Caderechas es un tesoro natural que se encuentra en la parte norte de la comarca de La Bureba, entre la Sierra de Oña y el Páramo de Masa. Este antiguo enclave de la provincia de Burgos es un zona privilegiada por su clima, su frondosa vegetación, su biodiversidad y por un relieve caprichoso que pese a la altitud a la que se encuentra, por las noches resguarda los arboles frutales de las inclemencias de las heladas.

Y este último detalle es importante, ya que la región es principalmente conocida por sus cerezas y su manzana reineta. Estos frutos gozan de una marca de garantía de la Junta de Castilla de León, señal para el consumidor que se encuentra con unas delicias únicas por su sabor y su calidad, gracias a sus exigentes métodos de cultivo, que no emplean herbicidas, y a su recolecta manual.

Pero no son estos pequeños manjares y unas preciosas estampas blanquecinas gracias a los cerezos en flor lo único que nos puede ofrecer este valle burebano, ya que Las Caderechas también son un paisaje irresistible para los aficionados al senderismo. Aunque la comarca alberga propuestas para todos los gustos, escondida en lo más remoto del valle se encuentra una ruta con un especial encanto, la Ruta de los Duendes. Se trata de recorrido circular de unos siete kilómetros y de una dificultad moderada, que empieza y termina en Herrera de Valdivielso, que pese a su nombre se encuentra en Las Caderechas, aunque el pueblo está prácticamente colindante al Valle de Valdivielso.

Sin embargo, esta localidad en la antigüedad pertenecía a la jurisdicción de la Merindad de Valdivielso, y sus aldeanos tenían que cruzar por la cresta que separa ambos valles para realizar tramites administrativos. Este antiguo camino rural ha sido acondicionado para que en la actualidad se pueda disfrutar de una agradable escapada por un sendero repleto de magia, que revela la impresionante belleza de este entorno rural.

La Ruta de los Duendes tiene un nombre tan singular porque un antiguo cura del valle afirmaba que en los rincones más recónditos de este pinar habitaban duendes y hadas, tal y como atestigua un recorte de periódico del siglo XIX.

Y probablemente sea en el bosque encantado donde estas míticas y elusivas criaturas tengan su hogar. Esta pequeña explanada en medio del monte es una de las particularidades que tiene la Ruta de los Duendes, donde nos podemos encontrar con una muestra de Urban Knitting en medio de la naturaleza. Este movimiento social busca adornar las urbes con ganchillo para reivindicar tanto el uso de los espacios públicos como el valor de algo tan tradicional y artesano como es el ganchillo. Sin embargo, para esta ocasión en vez de parques municipales se ha recubierto el bosque, en el que el senderista se puede encontrar con bolsos y mariquitas de tela animando el trayecto y con árboles revestidos con patrones tejidos a mano.

Toda esta ruta ha sido posible gracias a la iniciativa personal de un vecino de la localidad, Asier, que dedicó un buen número de sus días libres para señalizar el camino y limpiarlo de maleza, y así hacerlo transitable para todo el público general. Para adornar el bosque encantado contó con la ayuda incondicional de su madre, que ha tejido ella misma la inmensa mayoría de los ganchillos que asoman por la Ruta de los Duendes.

El camino lleva recibiendo visitas de curiosos desde el año 2014, gracias a su promoción por las redes sociales. La Ruta de los Duendes ha tenido un éxito inesperado, ya que pese a encontrase en un lugar apartado, no falta fin de semana en el que algún aficionado al senderismo decida asomarse por el pueblo para realizar la ruta, revitalizando la zona. Y es que uno de los mayores atractivos del turismo rural es el lujo de poder disfrutar de una jornada tranquila alejado de las grandes ciudades en un lugar no masificado.

Otro de las sorpresas que se esconden en la Ruta de Los Duendes es un pequeño tótem erigido junto a un risco que nos señala la distancia real que hay entre nuestra posición y varias ciudades del mundo. Un detalle curioso que junto con varias piedras pintadas que se encuentran desperdigas por el camino le dan un peculiar toque de color al sendero.

La ruta cuenta con un ascenso de unos 600 metros y requiere unas dos horas para completarla, siempre y cuando vayamos a paso ligero. Orientarse es fácil, ya que con lo estrecho que es el sendero, con varios tramos con un espacio tan angosto que requiere que quienes vayan en grupo tengan que ir en fila india, y las indicaciones que nos acompañan a lo largo de todo el camino, es imposible perderse mientras se preste atención a la ruta pese a su vertiginoso recorrido de subida y bajada.

Tras dejar el bosque encantado atrás y terminar el tramo de acenso, se alcanza lo alto de la sierra de la Rasa, que separa el Valle de Caderechas con el Valle de Valdivielso. Los que se aventuren hasta esta cima se sorprenderán con una vista de pájaro impresionante, que bien merece el esfuerzo de realizar un arduo ascenso a la cresta.

En este emplazamiento se sitúa en la cota más alta del valle, ofreciendo una espectacular panorámica, en la que es difícil no sentir un poco de vértigo. Localidades cercanas como Quintanaopio y Madrid de Caderechas se pueden otear con un tamaño aparentemente minúsculo, en un horizonte plagado de un verde que contrasta con los campos de trigo amarillentos que suelen poblar Castilla y León.

Una vez que terminemos de disfrutar con este imponente mirador natural y crucemos por el camino que transita por lo alto de la cresta, comenzaremos el camino de descenso. Un tramo en zigzag en el que hay que descender con cuidado y con el que regresaremos a Herrera del Valdivielso, tras haber vivido una experiencia mágica absolutamente inolvidable. Y quien sabe, quienes se animen a realizar este recorrido en este singular paraje y cuenten con buena fortuna puede que incluso se crucen con un duende de verdad.

*Este reportaje se publicó en el suplemento Maneras de Vivir el 21 de noviembre de 2020.