La A-12 y la A-73 siguen abandonadas

H. Jiménez
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Tanto las predicciones oficiales como los cálculos oficiosos llevaron a estimar que en 2010 todos sus tramos estarían en marcha pero la realidad es desoladora

La A-12 y la A-73 siguen abandonadas - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

La simpática escena se hizo famosa durante la primera legislatura del mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, llegaba a Madrid con un cargamento de anchoas, queso, miel y sobaos. El Ejecutivo central le recibía con una sonrisa, charlaban y la reunión concluía con anuncios optimistas y la promesa de una gran amistad.

Algo así ocurrió el día 12 de mayo de 2008, cuando tras una de aquellas entrevistas con la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se anunciaba que «todos los tramos de la autovía entre Burgos y Aguilar de Campoo estarán en obras en el año 2009». Desde entonces ni mandan los mismos en La Moncloa, ni el panorama económico es el mismo, ni son creíbles ya las predicciones sobre las fechas de las obras públicas. En realidad lo único que no ha cambiado durante este tiempo es el cargo de Revilla.

Ese mismo año, antes de que nos diéramos cuenta de la que se nos venía encima, los cálculos oficiosos llevaron también a situar en 2010 el comienzo de los trabajos en la A-12 que deberá conectar Burgos con Logroño, pero una década después, e igual que ocurre en la A-73, el panorama es desolador.

Bien lo sabe Sergio Martínez, que vivió hasta los 13 años en Villafranca Montes de Oca, donde más ruge la nacional N-120 pendiente de desdoblar. Ahora tiene 27, pero los fines de semana sigue yendo al pueblo, y su casa está a escasos metros del peligroso estrechamiento por el que se accede a la localidad. «La sal tiene arrasada la parte baja de las viviendas», comenta alzando la voz sobre el motor de los camiones mientras reconoce la resignación de quien no ha conocido otra cosa, sabe bien que el humo ennegrece las fachadas y que el ruido no deja descansar ni al más habituado a convivir con ello.

Volviendo a la A-73, un repaso tramo a tramo revela que solo diez kilómetros están en servicio, los que conectan el norte de la capital con Quintanaortuño en dirección a Santander. Fueron inaugurados en 2013 y evitan las travesías de Vivar del Cid o Sotopalacios.

Fuera de ahí hay que escarbar mucho para encontrar buenas noticias. Pese a las sucesivas promesas de los diferentes gobiernos y a la inclusión de importantes partidas en los Presupuestos Generales del Estado, únicamente está en obras el tramo que ejerce de límite entre las provincias de Burgos y Cantabria. Allí, desde Pedrosa de Valdelucio hasta Báscones de Valdivia, es el único lugar donde se pueden contemplar excavadoras trabajando aunque en julio agotó su teórico plazo de finalización de 24 meses y no hay visos de que pueda inaugurarse pronto.

También debería estar en ejecución el Burgos-Ibeas de Juarros de la A-12, pero su historia es la más triste de todas. Adjudicada en noviembre de 2017, apenas se iniciaron unos pequeños movimientos de tierras y quedó paralizada por las discrepancias entre la empresa constructora y el Gobierno. Ha pasado tanto tiempo desde entonces que los dueños del suelo que fueron expropiados han solicitado la reversión de sus parcelas.

Salvo que se tuerza sobremanera, a corto plazo deberíamos ver máquinas en el tramo Villamayor del Río-Santo Domingo de la Calzada, en esa misma Autovía del Camino de Santiago. Los trabajos fueron adjudicados en diciembre por algo más de 72 millones de euros.

Atentos al presupuesto. En el resto, proyectos y más proyectos. Algunos ni siquiera han superado la fase de información pública y otros ya están redactados pero siguen esperando a pasar del papel a la realidad. Incluso en el Aguilar de Campoo-Báscones de Valdivia se está rehaciendo el proyecto después de que se descartase un túnel, lo que obligó a parar una obra que ya estaba iniciada.

Ahora que llega el momento de que el nuevo Gobierno presente sus Presupuestos Generales del Estado se volverá a demostrar el grado de compromiso real con dos infraestructuras claves para la vertebración de la provincia y que han sido sistemáticamente abandonadas por PP y PSOE.

Las últimas cuentas que intentó aprobar Pedro Sánchez sin conseguirlo, y que desembocaron en las elecciones de abril de 2019, elevaban la capacidad inversora de Fomento en la provincia de Burgos de 70,5 a 88,45 millones, aunque más de la tercera parte de esa cifra era para la concesión de la A-1. Del resto, la partida con mayor cuantía era la del tramo Pedrosa-Báscones de la A-73, con 24 millones que habrían supuesto prácticamente su finalización. En el resto de los cuatro tramos de la autovía Burgos-Aguilar el propio Gobierno tiraba la toalla, al reservar únicamente 100.000 euros.

Finalmente para la A-12 los presupuestos suprimían los 3 millones aplicados a los dos tramos entre Ibeas y Villamayor del Río, aunque mantenía unos simbólicos 100.000 euros para el proyecto, mientras que destinaba casi medio millón a la dirección de obra del Burgos-Ibeas, que confiaba en desbloquear. Ni siquiera esto se ha conseguido.