Noviembre de 1977 - Los otros 'turistas' de la Catedral

DB
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La noticia más destacada aquel jueves en la portada de Diario de Burgos era el robo que se había producido en la Catedral en la noche del martes. Desaparecieron un cáliz, tres códices, dos cruces bizantinas y tres estatuillas del altar de Santa Ana

* Este artículo fue publicado en la edición impresa el 18 de enero de 2004. - Foto: Alberto Rodrigo

AMPLIA COBERTURA: DB dedicó aquel día tres páginas al suceso, además del destacado titular en la portada. Similar cobertura hicieron los demás medios locales y nacionales; incluso tuvo eco en los principales rotativos europeos y americanos.

VALOR: Afortunadamente los objetos robados no eran muy valiosos.

Robo en la Catedral. Conmoción y estupor». Con estas palabras destacadas en color rojo en la portada de Diario de Burgos del 10 de noviembre de 1977 se anunciaba a los ciudadanos el expolio perpetrado en el templo burgalés en la noche del martes 8. El subtítulo completaba la información añadiendo que habían desaparecido «tres estatuillas del siglo XV, tres códices, un cáliz moderno de plata sobredecorada y dos cruces bizantinas». Por fortuna, fue mayor la repercusión y el eco de lanoticia que el valor de los objetos robados, como reflejaba la crónica de entonces: «Lo más valioso del tesoro catedralicio no fue tocado por los autores del hecho».

Hasta tal punto la noticia «corrió como la pólvora», que tuvo «repercusión nacional a través de la prensa, radio y televisión», como se puso de relieve en las páginas 8, 9 y 10 de la misma edición. En concreto, el texto revelaba que «Radio Nacional y las emisoras privadas facilitaron boletines informativos a lo largo del día a medida que llegaban a sus redacciones noticias del robo. Igualmente, Televisión Española informó -con comentarios incluidos- del hecho, facilitando la información en los telediarios y en las noticias de cierre. Por lo que respecta a la prensa, los periódicos nacionales tuvieron amplia información de sus corresponsales en Burgos, igualmente las agencias informativas estuvieron en contacto casi permanente con sus representantes en la ciudad. En los centros oficiales se recibieron llamadas de autoridades y personalidades nacionales interesándose por las características del hurto. En nuestra Redacción y durante todo el día fueron numerosísimas las personas que solicitaban información sobre el robo». También los principales rotativos europeos y americanos cubrieron la noticia.

 

INVESTIGACIÓN POLICIAL.

Asimismo se hacía referencia a que nada más conocerse el suceso la Policía, bajo la dirección del comisario jefe José Pérez Franco, se había volcado de lleno en la detención del autor/es del mismo y en tratar de recuperar los objetos robados. «Se vigilan los pasos fronterizos -de los que separan a Burgos menos de cuatro horas de coche- los puertos y los aeropuertos. Toda la Policía está alertada».

Y a propósito del robo, el periódico ponía de manifiesto la necesidad de reforzar la vigilancia y la seguridad en la Catedral. De hecho, se recordaba que en la última reunión de la Junta pro-Catedral se habló del tema «y actualmente se está tratando la posibilidad de crear un servicio de vigilancia y de seguro que pueda garantizar la defensa y el cuidado de este tesoro».

La noticia también era valorada ese mismo día por el arzobispo de la Diócesis, Segundo García de Sierra y Méndez, quien afirmaba que «es un hecho sacrílego y, por tanto, condenable que a todos nos aflige y causa profundo dolor e indignación». Por su parte, el canónigo fabriquero, Damián Peña, confiaba en que las obras fueran recuperadas (algo que no se ha podido confirmar). Al mismo tiempo dibujaba la posibilidad de que el ladrón/es «se hubieran escondido en la Catedral durante el horario de visitas y se hubieran escondido allí hasta el momento del robo».

Asimismo el sacerdote y consejero provincial de Bellas Artes, Alberto Bartolomé, estimaba en unas 700.000 pesetas el valor de los objetos robados: «Un cáliz en plata dorada, obra de Maese Calvo donado por Lucas Rodríguez Escudero en 1945; dos crucecitas de hierro y cobre; tres estatuillas situadas en un retablo de la capilla del Condestable, dos de las cuales son obra de Diego de Siloé y la tercera de Juan de Valmaseda; y tres códices: el ‘Sacramentario Burgense’ impreso en letra gótica en 1542, una carta manuscrita dirigada a Hernán Francisco de 1571 sobre la batalla de Lepanto y un libro impreso sobre geografía del siglo XVII». Sobre la ‘salida’ que podría darse a todo ello, Bartolomé Arraiza explicaba que no pueden ser vendidas a ningún museo ni en ningún sitio determinado, pues son fácilmente reconocibles. Tampoco tienen valor para su trituración y transformación, ya que no se trata de metales o piedras preciosas».

Un día después la única referencia a la noticia del robo aludía a la aparición de la palanqueta que había sido usada por los ladrones para forzar las puertas del templo. «Una barra de 80 centímetros de longitud encontrada en el armario de la sacristía de la Catedral».

* Este artículo fue publicado en la edición impresa el 23 de mayo de 2004