Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


La rosquilla de Medina

14/01/2023

Puede ser que el ramadán posnavideño sea el culpable de que todos los días me acuerde de la última rosquilla de Medina que me comí, justo antes de irme de Burgos, de pie en una esquina de la pastelería Dieste, como a medio escondidas, como para que no contara. Pero el caso es que últimamente pienso mucho en esa rosquilla, y no solo porque fuera deliciosa, sino porque tiene una historia inspiradora.

Cuentan los pasteleros que hace muchos años, en el obrador estaban intentando hacer rosquillas de Reinosa, la masa no subió, y el resultado fue mucho mejor de lo que habían esperado. Otros las habrían descartado, porque quedaron como espanzurradas, pero ellos las pusieron a la venta y ahora, cuando las vemos ahí retorciditas, medio informes y cubiertas de azúcar, no podemos dejar de caer en la tentación.

¿Y si hacemos del 2023 nuestra propia rosquilla de Medina? Las noticias que vemos no son las mejores, para qué lo vamos a negar, pero todavía estamos en esos días en los que el año es una página en blanco, y si algo hemos aprendido de las crisis es que son de renovarse o morir, y quizás lo único que tengamos que hacer es estar al loro de las oportunidades y no pretender que todo sea perfecto, como la dichosa rosquilla de Reinosa. Esta filosofía de vida tampoco hay que tomarla por la vía Mr. Wonderful, y dejarlo todo al azar de la buena actitud, pero sí que viene bien ponerle un poco de buena perspectiva.

Por ejemplo, en mayo vienen elecciones, y en lugar de tomarlas con la desidia del que ya no se cree nada, podemos leernos los programas y votar de nuevo con la ilusión del que acaba de cumplir dieciocho y cree que puede cambiar las cosas, y con el saber hacer del que es consciente de que es muy probable que la mayoría no piense como él. Un dos por uno de responsabilidad y control de la frustración.

También podemos coger toda la rabia que nos dan los datos de mujeres asesinadas por la violencia machista y tomar conciencia de una vez por todas de que no se puede consentir, dejar de ver a las feministas como una amenaza, entender que nos matan de manera trasnversal, desde todas partes, y dejar que ellas lideren el cambio que nos pide a gritos esta sociedad. Menuda rosquilla sería esa. ¡Ñam!

ARCHIVADO EN: Ramadán, Burgos