El HUBU trata más ictus tras un leve descenso de casos en 2020

G.G.U.
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La unidad especializada atendió el año pasado a 379 pacientes por esta razón. La mayoría, por obstrucciones de arteria, pero sigue habiendo un 15% por roturas de vasos sanguíneos

Foto de archivo de la Unidad de Ictus, que se abrió en 2006 y que con el traslado al HUBU ganó dos camas. Ahora tiene seis. - Foto: Luis López Araico

La Unidad de Ictus del HUBU trató el año pasado a 379 pacientes a causa de esta lesión cerebral grave, cuya incidencia experimentó un leve descenso en 2020 (318 casos) y en 2019 (367). Como suele ser habitual, la mayoría de los casos se produjeron como consecuencia de una obstrucción arterial (isquémicos, en algunos casos transitorios porque no causan daño alguno), pero sigue habiendo un 15% de los afectados a quienes la lesión se la provoca una rotura en los vasos sanguíneos (hemorrágicos). Es más frecuente en hombres (59%).

Dado que hoy se celebra el Día del Ictus en todo el mundo, los expertos en la materia recuerdan que esta patología debe tratarse en un tiempo máximo de ocho horas desde que se desencadena, por lo que hay que acudir directamente a Urgencias en caso de notar alguno o varios de los síntomas característicos: pérdida brusca de visión (si se empieza a ver mal o a no ver), pérdida de fuerza o sensibilidad en un lado del cuerpo (parte de la cara, un brazo y/o una pierna), si se nota dificultad para hablar (resulta imposible articular palabra y así lo aprecian alrededor), si se produce un dolor de cabeza súbito y fortísimo desde un primer momento o, también, si se siente desequilibrio. En caso de que se experimente alguna de estas señales, es prioritario acudir a Urgencias -sin pasar por el médico de cabecera o incluso sin esperar a la ambulancia si es que tarda- y nunca, en ningún caso, acostarse confiando en levantarse recuperado.

La responsable de la Unidad de Ictus del HUBU, que depende de Neurología y también es de referencia para pacientes de Aranda y de Soria, Yolanda Bravo, recuerda que «el ictus es una enfermedad grave con consecuencias devastadoras», pero añade de inmediato que «puede prevenirse si se controlan los factores de riesgo vascular» y si se lleva un estilo de vida saludable, con una dieta equilibrada y actividad física. Ahora bien, una vez que se ha producido, lo prioritario es perder el menor tiempo posible; cuanto antes llegue el paciente al hospital, mejor, porque los tratamientos más efectivos deben aplicarse en un margen temporal limitado.

En los casos en los que el ictus se produce por una obstrucción (los isquémicos, que son la mayoría), Bravo destaca que hay varias opciones que «ayudan a restablecer la circulación en la región cerebral afectada y disminuir así, o incluso evitar, los daños. Pero solo pueden aplicarse en las primeras horas, porque muy pronto se produce un daño irreparable». La neuróloga explica que estas dos opciones terapéuticas son la trombolisis intravenosa, que debe aplicarse en un margen de entre cuatro horas y cuatro horas y media a la obstrucción para intentar abrir el vaso con éxito mediante la administración de fármacos específicos. 

Si hay contraindicaciones para ese tratamiento o ha pasado más tiempo del deseado pero todavía no se han excedido las seis u ocho horas desde el ictus, se puede probar otra técnica más novedosa en el HUBU: la trombectomía mecánica, en la que neurorradiólogos vasculares tratan de romper el coágulo mediante un catéter (un tubito estrecho que se introduce por la arteria hasta el lugar exacto). 

Más del triple. Este método no es novedoso por reciente, se emplea desde 2014, sino porque en un principio hubo limitaciones de personal para poder aplicarlo; algo que ya no sucede y, de hecho, los datos oficiales revelan que se está consolidando: de 21 pacientes en 2015 a 68 en 2021. Son más del triple. «Se sigue mejorando para intentar aplicar los tratamientos recanalizadores a más pacientes y hacerlo con mayor rapidez», señala Bravo, matizando que están intentando acortar el tiempo que pasa hasta que se administra el tratamiento mediante reuniones con personal de Urgencias y de Radiología. «Para reducir plazos en elHUBU se firmó un protocolo con los radiólogos para iniciar el tratamiento en el TAC [escáner] y ahorrar tiempo», añade la experta, matizando en este sentido que «también se colabora con el hospital de Aranda para valorar más rápido a sus pacientes y poder iniciar allí el tratamiento», antes de la derivación a su hospital de referencia, que es el HUBU.

En los ictus hemorrágicos (15%), es muy importante para el pronóstico del paciente el control de la presión arterial. Pero la neuróloga afirma que tanto en una variante como en la otra, «los cuidados estandarizados de la unidad de ictus han demostrado mejorar las secuelas y disminuir la mortalidad». En general, consisten en monitorizar parámetros como el ritmo cardíaco, la presión arterial, la oxigenación, la glucosa en sangre y vigilar la situación neurológica. De hecho, subraya que el neurólogo «explora al paciente dos veces al día y la enfermera pasa una escala para valorar cambios y avisar al especialista si detecta empeoramiento». 

Para ello, cuenta con 6 camas (dos más que en el Yagüe) y la atiende un neurólogo experto en vascular en horario de mañana, otro de guardia de presencia física las 24 horas todos los días del año, enfermería y técnicos en cuidados auxiliares con formación específica en ictus. El año pasado obtuvieron la acreditación de la European Stroke Organisation.