El Estado ya puede iniciar la extracción de la máquina del túnel de Somosierra, retomar la ejecución de las autovías y el Hospital de la Concepción, puesto que ya no hay peligro de destrucción masiva. Y ha sido posible gracias al debate del último pleno del Ayuntamiento de Burgos, donde se demostró que si masas combinadas del protón y el electrón sumasen en conjunto algo más que la masa del neutrón, y no algo menos, el efecto resultaría desbastador. De esta forma transcurrió el debate que dio lugar a excluir a Burgos como zona nuclear. ¡Manda huevos! 

Me gustaría que centrasen los debates en proyectos, no en vulgaridades, y que diesen lugar a reflexiones, pensamientos e ideas para confeccionar un programa electoral donde converjan propuestas que nos lleven a ese espacio que nos corresponde como ciudad del futuro. Para ello, es necesario definir y desarrollar las bases de un proyecto donde se contemple con fuerza a la industria como seña de identidad y que nos diferencie del resto de ciudades.

No tengo dudas que el Eje Atlántico saldrá adelante, y eso lleva consigo una reflexión, puesto que en el norte de Portugal hay 23 parques industriales con unos precios de 20 euros el metro cuadrado y con unos beneficios fiscales del 25% del Impuesto de Sociedades y un 10% por reinversión.

La consecuencia es que debemos plantear soluciones a nuestros polígonos industriales y centro logístico, estableciendo diferencias en innovación y más bonificaciones fiscales para que se les dote de un mayor valor diferencial.

Es necesario innovar y, por ello, necesario luchar para que Burgos aparezca en el mapa nacional del hidrógeno verde. Es prioritario y urgente un cambio de actitud, puesto que su desarrollo y la instalación de plantas de producción de hidrógeno marcarán diferencias con diferentes parques tecnológicos de Portugal y España, que ya lo están incluyendo en su desarrollo, como Amurrio (Álava).

Nos regatean por la izquierda y la derecha y esto comienza a ser un gran problema de promesas sin cumplir en una ciudad obviada. Esto debe trasladarnos a una meditada consideración en aras de un objetivo que solo se logra con la cohesión de todas las fuerzas políticas y que está basado en demostrar y convencer a un gobierno que una línea recta es aquella que une tres puntos, Bilbao, Burgos, Madrid y tres proyectos, tren, automóvil e hidrógeno verde.