Comediante sin teatro

Diego Izco (SPC)
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Gerard Piqué se muestra serio en el banquillo junto a Jordi Alba. - Foto: EFE

Por mucho que lo vistan de empresario de éxito, de comedido juerguista 24/7, de histrión de las redes sociales, de colega de 'influencers', de personaje de las revistas del corazón perseguido por los 'paparazzi', Gerard Piqué es futbolista... y necesita fútbol. Por eso, a sus 35 años, se enfrenta en este arranque de temporada a la situación más completa de su trayectoria deportiva. 

«¿La suplencia? A ver, si son los tres meses últimos de una temporada y me toca, pues bueno. ¿Pero un año entero en el banquillo? No, no me apetece». Eso confesaba en octubre de 2021, hace tan solo 10 meses. 

Han sido nada menos que 14 campañas consecutivas anclado al eje de la zaga del Barça, sin discusión ni competencia. Primero, tras el aterrizaje en la 08/09, demostrando que tenía el oficio aprendido junto a Rafa Márquez o Carles Puyol: el joven Piqué, hijo pródigo, tenía el físico y la técnica necesarias para convertirse en un central de época. Después, sosteniendo el 'invento guardiolista' en la reconversión de Javier Mascherano en central, intentando (infructuosamente) que tipos como Umtiti, Mathieu o Lenglet se adaptasen a la maquinaria azulgrana, apadrinando el futuro junto a Araújo y Eric García (tal y como los Rio Ferdinand, Vidic o Milito en su época en el Zaragoza)...   

Pero ahora, el defensa culé está adoptando el papel que nunca quiso: el del prejubilado abrazando la inactividad del banquillo. En junio del presente año, Xavi y Joan Laporta planificaban el curso 22/23 con dos grandes frentes abiertos sobre el tapete: la mengua de la masa salarial (el compromiso de los capitanes a la cabeza) y el papel de las vacas sagradas. Según se explicó en el programa Onze, de Esports 3, técnico y presidente conversaron con el central barcelonés para decirle que tenía que recuperarse físicamente y que no podía «tener tantos frentes abiertos».    

El reto

'Geri' ama el fútbol demasiado como para renunciar al primer traspié serio. Piqué les prometió rebajarse el suelo y apartarse de los negocios durante dos años. Y cuando le dijeron que el Barça iba a fichar a un zaguero de primer nivel, el blaugrana reaccionó con pundonor: «Seré titular. Si tienes narices, trae al mejor central del mundo, que vendrá para ser suplente».   

La realidad, dos meses y medio después de aquel concilio, es que, en este momento, abre la temporada como el quinto central. Araújo (23 años) reventó la puerta el año pasado y ha demostrado unas condiciones brutales para adaptarse a la élite, Koundé (23) es la joya de la corona por la que se han pagado 50+10 millones de euros, Christensen (26) tiene más futuro y unas condiciones muy similares por juego aéreo y salida de balón, e incluso Xavi demostró en pretemporada que quiere entregar galones a Eric García (21) como portador del 'ADN Barça' en el centro de la defensa. Piqué, que renunció a la selección en 2018 tras el Mundial de Rusia, es el único no internacional de los cinco.

Después de un verano de crisis matrimonial, separación y vida rehecha, todo contado en vivo y en directo por los programas rosas y el papel cuché, el Gerard Piqué jugador mira al futuro con incertidumbre. Él, que siempre fue firme, que pocas veces titubeó ni en el campo ni en los despachos, que reconoció abiertamente tomarse el fútbol como algo que divierte (y por tanto había que actuar en consecuencia), se ve ahora como un comediante sin teatro en el que exhibirse. «Sigo teniendo el Gerard rebelde y niño que hace las mismas bromas», confesaba unos meses atrás. 

Además, ya ha leído eso de «puede ayudar en otro tipo de rol» de parte de su entrenador, el equivalente a «te quiero como amigo» para el enamorado que intenta iniciar una relación. «Fui muy claro con él -explicaba el preparador egarense- y le dije que nos reforzaríamos y que no sería fácil». Así lo intuyó el Xavi futbolista en 2015, incluso después de ganar la Liga de Campeones, cuando tenía los 35 años que hoy acumula Piqué. El 'Profesor' prefirió hacerse a un lado ante la perspectiva de que realidades latentes como Rakitic, futuros fichajes y canteranos le quitasen el sitio.