El mercado de compraventa de bodegas en La Ribera se paraliza

I.M.L.
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Los pocos compradores que ahora se fijan son empresarios mejicanos y asiáticos, además de los procedentes de otras comarcas productoras que buscan ampliar su oferta de vinos

Esta bodega, al borde mismo de la N-122, lleva años buscando un comprador sin éxito. - Foto: I.M.L.

La burbuja del interés por invertir en el territorio de la DO Ribera del Duero constatada hace dos o tres años se ha desinflado en los últimos meses y las pocas bodegas que siguen a la venta, algunas desde hace un par de lustros, no superan las dos docenas. Eso corresponde al 7% de las sociedades inscritas en esta denominación de origen. 

Los expertos en transacciones inmobiliarias en el sector enológico apuntan que esta escasa oferta tiene su reflejo en el número de inversores interesados en esta comarca vitivinícola, que están centrando su atención en otras zonas protegidas. «Esto va por modas, cuando se mueven los importantes en una región, los demás van detrás. Lo que pasó en Ribera hace unos años, está pasando ahora en Rías Baixas, sobre todo movido por gente de Ribera del Duero», asegura Puri Mancebo, la agente especializada en este sector de Rimontgó. «Es verdad que ahora se mueve más hacia Rías Baixas, suelen ser propios inversores bodegueros que buscan en otras DO», confirma Ángel Garrote Ruiz de Temiño, de Vino de Ángeles.

Este parón en el mercado no se debe traducir en que la DO Ribera del Duero haya dejado de tener interés para los inversores. De hecho, «si el vino se vende, la economía puede estar mal, pero hay dinero y a Ribera le va bastante bien», apunta Mancebo, añadiendo que el tamaño de la zona es importante a la hora de atraer este tipo de negocios. «Es una zona pequeña donde se estima que el precio de la uva subirá en un futuro y el precio de los vinos tiene capacidad de aumentar, son zonas que los bodegueros entienden que tienen capacidad de aumentar, los bodegueros entienden que tienen potencial de futuro», explica los puntos fuertes de esta DO.

En los últimos meses, la ralentización de los movimientos inmobiliarios de bodegas en la Ribera del Duero es evidente pero hay dos países que destacan en la procedencia de los posibles compradores. «Los mejicanos están buscando invertir, junto con el mercado asiático, sobre todo para diversificar sus inversiones en España», asegura Garrote Ruiz de Temiño, sin olvidar «también los propios españoles, por ejemplo, bodegueros de una DO que busca en otra, normalmente por cercanía son de Ribera a Rueda y viceversa, y alguno de Rioja nos ha preguntado por Ribera del Duero pero tienden a buscar chollos», de los que ahora no se encuentran muchos. «Es raro que se produzcan chollos, y si los hay son bodegas pequeñas, tipo nave, no muy grandes», especifica Garrote Ruiz de Temiño.

De hecho, de las ofertas que se pueden ver en webs especializadas en este tipo de transacciones inmobiliarias los precios van desde el medio millón o millón y medio los más bajos hasta los 12 o 15 millones de las cifras más cuantiosas, aunque suelen ser aquellas que tienen asociada una amplia extensión de viñedo propio. Algunas bodegas presentan ya una ostensible rebaja en el precio de salida, como una oferta que ha pasado de los 15 millones a algo menos de nueve.

Lo cierto es que hay algunas de esas elaboradoras que llevan años en venta, incluso desde mucho antes de la anterior crisis económica, en la que algunas bodegas no pudieron aguantar, y del boom de operaciones de hace dos años. Y los motivos por los que no se venden son variados. «La gente considera que están por encima del precio o porque hay situaciones como que el viñedo está lejos de la bodega, son cosas que la gente tiene en cuenta a la hora de comprar, pequeñas cosas que no terminan de cuadrar», apunta Puri Mancebo.

El giro del interés hacia otras comarcas vitivinícolas, que ahora sonríe a las Rías Baixas, lo explican los expertos en la mayor rapidez a la hora de convertir el vino en ingresos. «El vino blanco, al final, se saca antes al mercado que el tinto, que para un crianza tiene que pasar un mínimo de 14 meses, y el inversor busca la rentabilidad antes», apunta de manera didáctica Garrote Ruiz de Temiño, que no deja de apuntar que las denominaciones de origen que más interés despiertan en los inversores siguen siendo «las cuatro erres: Ribera del Duero, Rioja, Rías Baixas y Rueda, dos de tinto y dos de blanco», por lo que el mercado puede virar en cualquier momento y volver a poner esta comarca vitivinícola en el centro de la diana de la compra venta.