La magia ha habitado las noches de agosto a orillas del Duero con su mujer de verde, sus agujeros de gusano, su pequeña gran revolución y un beso sincero en la boca. Como en un videojuego, Izal ha ido pasando niveles en cada una de sus visitas a Sonorama. Desde el cero, cuando apenas llevaba un año en la carretera, a la última pantalla, que jugará como cabeza de cartel el viernes 12 de agosto. Ya ha comenzado la cuenta atrás y acabará (...), prefiero preparar una fiesta de despedida por cada uno de aquellos días que (...) se marcharán... Esta Despedida que abre el disco que grabaron en directo en Sonorama en 2014 cobra un nuevo sentido en este momento. La formación ha anunciado su final. Y dice adiós de fiesta en fiesta. 

Su cantante, Mikel Izal, y su batería, Alejandro Jordá, recuerdan a través de un cuestionario las sensaciones de su historia a la par que el festival ribereño. 

La primera pregunta, obligada. ¿Cómo afrontan la última participación como Izal en Sonorama Ribera? «Con muchísimas emociones, a flor de piel, más que nunca. Además, coincide con la vuelta a la normalidad en los conciertos de grandes aforos, lo que hace una combinación muy poderosa. Está siendo una gira extremadamente intensa», escribe Mikel Izal, quien en más de una, y dos, y tres, y..., ocasiones ha apuntado hacia el concierto de 2013 en la plaza del Trigo como un antes y un después en la trayectoria de esta banda que este verano vive su traca final. Un torbellino de emociones. Qué bien. 

De aquella actuación, el propio Mikel rememora que estaban nerviosos, sí, «pero a la vez con muchísimas ganas de pasarlo bien, de mezclarnos con el ambiente de la plaza». «Recuerdo que el Telediario conectó en directo y eso nos hizo mucha ilusión, no estábamos en absoluto acostumbrados a algo así», agrega. 

No fue, sin embargo, su primera vez, las primeras canciones de Izal sonaron en Sonorama tres años antes, en 2010, en la carpa Future Stars, por donde han pasado tantos artistas que ahora llenan estadios y provocan reverencias. «Fue el primer festival de nuestra vida. Inolvidable, aunque no viniera prácticamente nadie a escucharnos», anota Mikel. 

Ese prácticamente nadie ha tornado en miles de fieles en sus posteriores veces en Aranda. Y, todas, en palabras de Mikel, han sido especiales a su manera: «No puedes comparar tu primer festival en una carpa para 10 personas con la plaza del Trigo petada o con los escenarios principales los años siguientes. Todo tiene sus pros y sus contras».

En sus más de diez años de vida, el grupo ha pasado por muchos festivales, pero el vínculo con el ribereño es férreo. «El Sonorama siempre estará en el top por el cariño que le tenemos y lo que ha supuesto para nosotros. Nos apoyó desde el principio y nos ha tratado siempre igual de bien. Hay una relación muy fuerte», enfatiza Alejandro Jordá y es Mikel Izal quien pone la guinda, con eso que hace tan especial a esta cita: «Siempre destacamos que sigue siendo el festival 'del pueblo', que Aranda está muy presente, que se vive en sus calles a tope, que se disfruta y se baila en ellas. Eso es especial».