Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


El problema no es Garzón

06/01/2022

El problema no es Alberto Garzón, sino que los españoles tengan un presidente que mantiene en el cargo a un hombre que ha dado pruebas sobradas de mediocridad, desconocimiento del sector que gestiona -o debería gestionar-, y superficialidad.

Pedro Sánchez está condicionado por su acuerdo de gobierno con Pablo Iglesias que le obligaba a designar a determinado número de ministros de Podemos, pero es seguro que si hubiera puesto pie en pared para obligar a Iglesias a elegir nombres de cierta solvencia, su socio no habría puesto excesiva resistencia. Entre otras razones porque el compromiso de Iglesias con Garzón era mínimo, ni siquiera le aportó nuevos votos sino que en coalición lograron menos que cuando Izquierda Unida y Podemos fueron a elecciones por separado. Por tanto, el responsable de haber aceptado ciertos nombres en el gobierno, y sobre todo mantenerlos en el cargo a pesar de las muchas barbaridades que acumulan en el ejercicio de sus competencias, es responsabilidad de quien ha aceptado un reparto de ministerios a sabiendas de que no se trataba de personas con la altura y solvencia necesaria para llevar determinados departamentos. Que convirtió en ministerios para dar cabida a los cinco ministros que exigía Pablo Iglesias. Así que es justo no meter excesivamente el ojo en Alberto Garzón, pues se sabía de antemano que no daba para más, sino poner el acento en un presidente de gobierno que no solo aceptó ministros y ministras de conocida insolvencia, sino que incluso hizo suyas algunas de sus disparatadas propuestas.

La titular de Cultura ha dicho a Carlos Alsina que las declaraciones de Garzón en The Guardian sobre la mala calidad de la carne española, eran opiniones personales. Mal vamos si Pilar Alegría piensa que las declaraciones de un ministro sobre asuntos de su ministerio son opiniones personales.

Mantener a Alberto Garzón al frente de un ministerio después de la puñalada que ha metido a los productores de carne española, a los fabricantes de juguetes, a los productores de azúcar y a tantos otros sectores contra los que ha arremetido es de locos. Sus defensores alegan que se refería a la "ganadería expansiva", aceptando sus explicaciones de que se maltrata a los animales. El sector agrícola y ganadero está sujeto a unos controles exhaustivos, y además esa ganadería expansiva es con frecuencia la única actividad que permite la supervivencia de infinidad de pueblos diseminados por toda España. No hay nada peor que un político que además de no saber qué tiene entre manos, se cree obligado a tomar decisiones para que se note que existe.

Los más cuerdos en el mundo socialista ante este ministro que no nos merecemos han sido su compañero Luis Planas, que sí sabe de ganadería y agricultura, y el presidente aragonés Javier Lambán, que ha pedido que salga del gobierno.

Es lo menos que se puede pedir.