Tres décadas de propulsión a la cultura desde las tablas

S.F.L.
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La compañía de Teatro Virovesca, que sopla 30 velas en una época en la que prepara ambiciosos proyectos, busca e mejor diseño para un nuevo logotipo, destinado a ser la imagen representativa de la agrupación en este año tan especial

Tres décadas de propulsión a la cultura desde las tablas - Foto: TEATRO VIROVESCA.

Una historia de éxito, de superación, pero, sobre todo, de pasión. Lo que comenzó hace tres décadas como un pequeño proyecto entre amigos ha evolucionado hasta transformarse en la compañía de 'las ilusiones, de la magia y del espectáculo'. Es complicado triunfar en el mundo del teatro en una época en la que en las escuelas más importantes del país se forman verdaderos genios de la interpretación, pero todavía lo es más mantenerse en el candelero durante 30 años. Teatro Virovesca no solo lo ha conseguido sino que puede presumir de que su actividad, mucho más allá de las trabas que el mundo de la cultura ha sufrido con la pandemia, se ha incrementado.

Tras los éxitos cosechados en las tres últimas décadas, los actores quieren celebrar como se merece el aniversario y compartir con sus fieles seguidores un premio de lo más apetecible: entradas gratuitas a todas las representaciones que se lleven a cabo durante la anualidad y 150 euros. Pero como ellos mismos saben por experiencia propia, todo esfuerzo tiene su recompensa, y en este caso no podía ser de otra manera. Aquellas personas que diseñen un logotipo destinado a convertirse en la imagen representativa de la compañía optarán al 'caramelo'.  

Volviendo al principio... Las memorias de este conjunto se remontan más allá del 1992, año en el que se fundó la Asociación como tal. En 1988, un simpático banquero procedente de la Ribera se estableció en Briviesca por motivos laborales. Su amabilidad con los vecinos y sus ganas de integrarse en la ciudad, además de su pasión por el teatro, animaron a Félix Esteban a comentar con el alcalde la ilusión que le haría preparar una función y representarla. El hecho de residir en la localidad desde escasos meses le impidió conocer por aquel entonces a demasiada gente, por lo que optó por diseñar unos carteles de 'se buscan voluntarios para participar en la obra El Inocente', de Joaquín Calvo Sotelo, que colocó en distintos puntos de la ciudad. «La gente que se atrevió a dar el paso era muy novel e inexperta pero pusieron ganas y desprendían tanto entusiasmo que aquello fue extraordinario», recuerda el director.

Una de aquellas jóvenes principiantes era Angie Ruiz, que parece que todavía tiene delante el cartel que le dio la oportunidad de descubrir una de sus mayores aficiones. «Lo leí en la Casa de Cultura y nos apuntamos varias amigas», declara la única intérprete de los inicios que se mantiene en la agrupación. La puesta en marcha del proyecto resultó bastante compleja y «tanto los actores como yo durante meses fuimos carpinteros, electricistas y fontaneros», recuerda entre risas el primer director. No obstante, confiesa que se divirtió como «muy pocas veces lo había hecho preparando una función a pesar de no disponer de medios. Con pundonor y las ganas de los voluntarios salvamos los inconvenientes con los que nos topamos», añade.

Con pena y alguna lagrimilla en los ojos, Félix dejó la bien trazada con la certeza de que a partir de lo creado algo grande se iniciaría. «Y no me equivoqué. Todavía mantengo relación con algunos de mis discípulos, que se han convertido en grandes actores, y espero poder visitarles pronto, cuando la pandemia me lo permita, que uno ya tiene una edad», bromea.

La marcha del director tambaleó en cierta manera lo que se había formado y la organización de los trabajos comenzaron a tirar por caminos diferentes. «Estaba claro que necesitábamos un director, alguien que contara con formación y fuese capaz de coordinarnos porque cada uno iba para un lado. Aprovechando las felicitaciones que el regidor nos brindó por un nuevo trabajo, le medió obligué a que nos buscara un capitán para que moviera el timón del barco», manifiesta Angie. «Fue entonces cuando el Ayuntamiento contactó con la Escuela de Teatro de Burgos y en la primera promoción de actores y directores que salieron formados nos enviaron a Javier Rey, con el que hemos aprendido muchísimo», aclara.

El año de los Juegos Olímpicos en Barcelona, de la Expo de Sevilla, de la crisis económica de la segunda mitad del año y de los escándalos de corrupción del penúltimo gobierno de Felipe González también fue el del nacimiento de un nuevo ser, que con el paso del tiempo lograría integrar la cultura en Briviesca. Teatro Virovesca llegó al mundo para romper esquemas y hacer de la ciudad un lugar más interesante.

Nuevos tiempos.

El prestigioso director Javier Rey dio el relevo a María Jesús Gutiérrez, y esta a Amador Angulo, componente de la compañía que se encargó de varios proyectos durante cuatro o cinco años. Recuerda con especial emoción la obra de Hombres, hombres, con la que ganaron el premio a mejor trabajo en el Certamen provincial. Este briviescano revela que la vocación le viene desde niño, cuando representaban «alguna función en el colegio orientados por el cura Francisco. Mi padre era el portero del teatro y del cine de la ciudad y he visto muchas compañías, esto me marcó indiscutiblemente», apunta.

Ya en 2013, unos aires renovados envolvieron a teatro Virovesca con la toma del control de Javier Santaolalla, que ya había formado parte de la agrupación en 2007 pero por cuestiones de formación, residió en otros lugares. Estudió Arte Dramático en Madrid y desde entonces, su vinculación a los escenarios ha ido creciendo, hasta convertirse en el director de la compañía y profesor de interpretación en la Escuela de Teatro de Briviesca. Su entusiasmo, ilusión, trabajo y dedicación por su ciudad gana fuerza día a día aunque reconoce que no es sencillo lidiar contra un municipio «con tan poca vida cultural y que no dispone de locales decentes destinados a acoger exposiciones, conciertos o cine», critica. Aún así, no pierde la sonrisa que le caracteriza y luchará por una ciudad mejor. Apaguen las luces y soplen las velas. Felicidades.

De preparativo en preparativo y tiro porque me toca.

Desde que el actual director de Teatro Virovesca cogiera las riendas de la compañía en 2013, poco, o mejor dicho nada, tiene que ver con lo que hasta entonces se desarrollaba durante el año. Antaño, los miembros de la agrupación trabajaban con esmero en sacar adelante una obra, que generalmente representaban en mayo o junio coincidiendo con el Certamen Provincial de Teatro, promovido por la Diputación. Pero desde que Javier Santaolalla tomó la batuta, la actividad anual se ha incrementado con creces.

«Como no puedo estar tranquilo volví loco al personal. Veía que estaba muy bien el tema de representar una función cada doce meses aproximadamente pero creía que podíamos ofrecer más por la vida cultural de Briviesca», declara el director. Por ello, comenzaron a preparar diferentes proyectos que exponían al público cada dos mes aproximadamente. Microteatro, animación de calle, la creación de las visitas teatralizadas, cabaret, espectáculos infantiles o colaboraciones en eventos con otras asociaciones como el Florida Summer, son algunas de las iniciativas en las que se aventuraron.

En la actualidad, faenan a destajo para organizar alguna sorpresa por Carnaval relacionada con la tradicional sardina y su entierro. De seguido, llegará el turno de la Feria de los Novios, para la que prepararán unas visitas teatralizadas ambientadas en ese tradicional evento briviescano. A partir de entonces, el microteatro y una posible obra teatral tomarán el relevo en el primer semestre del ejercicio.