La guerra de las Lagunas de Neila la ganó el Ineos

JUAN CARLOS MORENO
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El equipo británico controló la etapa y la ascensión final y dejó sin opciones a sus cuatro grandes rivales, EF Education, Bora, Bahrain y Astana

Desde el inicio del puerto el Ineos controló la cabeza del pelotón. - Foto: Valdivielso

Los directores de los equipos que se jugaban la carrera lo tenían claro en la previa de la subida a Las Lagunas de Neila. La etapa iba a ser una batalla entre los equipos que se jugaban el triunfo, con dos y hasta tres candidatos todos ellos. Y esta batalla la ganó Ineos. Su ritmo en la subida final, con un portentoso Carlos Rodríguez, abortó cualquier intento de ataque. De hecho solo lo intentó Miguel Ángel López desde lejos. El resto, bastante tuvo con aguantar hasta donde pudieron las pedaladas del joven campeón de España. Rodríguez sirvió en bandeja el triunfo de Sivakov. 

Ineos tenía en frente al Bora, con el campeón del Giro, Jai Hindley, a 26 segundos, y Kelderman y Buchmann como escuderos; EF Education quería jugarse la baza de Esteban Chaves con Hugh Carthy y Rubén Guerreiro; Bahrein apostaba por Santiago Buitrago, bien escoltado por varios compañeros; y Astana tenía dos opciones, Nibali y Miguel Ángel López. Cualquier síntoma de duda o falta de fuerzas sería aprovechado por cualquiera de ellos. Sin embargo, el ascenso a Las Lagunas fue un monólogo del Ineos, solo alterado al final por la espectacular reacción de Joao Almeida, un diésel que parecía condenado a falta de cuatro kilómetros y acabó ganando la etapa.

Y la táctica de Ineos fue una demostración de fuerza. Controló la carrera desde la salida. Impidió una escapada grande y permitió una de tres corredores, sin trascendencia en la general.

Y llegó el puerto. La mejor medicina para evitar ataques es poner el pelotón en fila, con ritmo que haga desistir a sus rivales. En la parte menos dura se encargaron Omar Fraile y De Plus y cuando llegó lo duro, a falta de 2,5 kilómetros y rampas entre el 15 y el 17% apareció Carlos Rodríguez. Con él en  cabeza fueron desapareciendo uno a uno los enemigos de Sivakov, al que llevó hasta que faltaban menos de 500 metros.