Una siembra temprana

R.E. MAESTRO
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Con solo 25 años, Eva Blanco, en Tordueles, y Mario Revilla, en Castrillo del Val, poseen sus propias explotaciones y marcan el futuro del campo pese a la «incertidumbre» que viven esta campaña

Eva Blanco cree que las nuevas generaciones están más preparadas y ve fundamental formarse para esta profesión. / Mario Revilla se dedica en exclusividad al campo y reconoce que su afición le viene desde pequeño, cuando ya iba a cosechar con su padre - Foto: Miguel Ángel de la Cruz y Jesús J. Matías

La siembra temprana ofrece esperanzas al campo. Los jóvenes marcan el futuro y su paulatina introducción permitirá obtener una buena cosecha a un sector que continúa envejecido. Con solo 25 años, Eva Blanco y Mario Revilla se erigen como perfectos ejemplos de que el relevo generacional resulta vital. Ella en Tordueles y él en Castrillo del Val, cada uno con su propia historia y explotación, demuestran que la provincia se alza como un buen marco para aquellos que deseen dedicarse a la agricultura.

Eva nunca se planteó seriamente trabajar en el sector. Sin embargo, su padre cayó enfermo y decidió apostar por quedarse con la explotación familiar. «Aunque está mal que lo diga, a las mujeres no nos educan para quedarnos con el campo», comenta, pese a que cree que poco a poco la visión ha ido cambiando. Sabía llevar el tractor y había realizado varios cursos relacionados con el tema, por lo que finalmente decidió dar el paso. «Tampoco tenía ningún caso cerca, pero ahora me doy cuenta de que contaba con muchos ejemplos que no supe ver al no observar a mujeres subidas a un tractor», confiesa.

En cuanto al hecho de que haya tan pocas personas menores de 25 años reconoce que «por una parte también es bueno porque significa que la gente espera para formarse y terminar las carreras para luego salir adelante». Además, Eva considera básico contar ahora con estudios para estar en el sector y reconoce que le gusta «cuidar del campo y de los productos». Opina que, al final, se trata de una empresa puesto que se debe conocer cómo gestionar tanto la parte económica como la agronómica. «Hay que estar pendiente de cómo está el terreno y del tiempo; no valen los refranes para saber cuándo cosechar», argumenta la joven desde Tordueles.

Igualmente, deja claro que si no se ha heredado resulta imposible empezar de cero. «Yo soy agricultora porque mi padre lo fue y mis abuelos también», asegura, para destacar que ahora el acceso a la tierra resulta «lo más complicado» y habla del inconveniente de que las ayudas se den «una vez de que ya se ha hecho la inversión».

Por su parte, Mario Revilla cogió las riendas del negocio para que su padre se pudiera dedicar a trabajar en la empresa y él trabajar en exclusiva en el campo. «Cuando era muy pequeño ya iba a cosechar», aclara sobre sus inicios. Cuenta con tierras en las proximidades de Ibeas de Juarros, pero asume que sin la base de hectáreas que tenía y sin la maquinaria necesaria hubiese resultado imposible empezar.

También manifiesta Revilla que, en su opinión, hace unos años era más fácil incorporarse pero viendo cómo están todos los costes ahora resulta «inviable». Reconoce, además, que lo habitual es tener hasta el 90% de las tierras en renta y «aquí propio poca gente tiene». Así, lamenta la dificultad para poder comprar. En su caso tiene trigo, cebada, colza y girasol; y antes también veza de forraje, «pero como también se están cerrando más ganaderías no merece la pena sembrarlo».

A ambos les ha tocado una época de «incertidumbre» pese a su reciente incorporación, con los precios y la meteorología dando guerra. Mencionan que los jóvenes que han empezado ahora no tienen un colchón económico como quien lleva varias campañas, pero a ellos nada les quita la ilusión por continuar en la profesión que tanto les gusta.