Román, obra en papel

I.L.H.
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María Teresa Pérez del Olmo, viuda del artista burgalés, dona a la Institución Fernán González cinco dibujos de su primera etapa junto a otros tantos trabajos de su padre, Leoncio García, y una creación de su tío Fortunato Julián

Román García fue conocido como el 'Rembrandt de Castilla'. - Foto: Luis López Araico

La colección de dibujos que posee la Institución Fernán González empieza a ser poderosa. Poseen trabajos en papel de Valeriano Martínez, de su hijo Andrés Martínez Abelenda, del arquitecto Álvaro Díez Moreno, de académicos como Rigoberto Arce, y de Ángel Barrios, Marceliano Santa María y otros procedentes del fondo Zugazaga. A la colección de esa disciplina que alcanza los 120 dibujos -y que no cuenta los óleos, esculturas o acuarelas de grandes nombres del arte burgalés- se acaban de incorporar once trabajos de Fortunato Julián, Leoncio García y Román García.

La viuda del 'Rembrandt de Castilla', como se le conocía a Román, ha donado a la Institución Fernán González cinco dibujos de su marido, otros cinco de su suegro y uno del hermano de Leoncio García. María Teresa Pérez del Olmo posee muchos más, de los que de momento no se quiere desprender, pero ha decidido que la Real Academia Burgense cuente con obra de tres artistas fundamentales en la historia de Burgos.

Los cinco dibujos de Román García Rodrigo (1933-2013) son interesantes «porque pertenecen a la primera etapa de su vida, de la que se conserva muy poca obra», destaca René Jesús Payo, experto en arte y director de la institución. Los trabajos donados coinciden con la época en la que estaba terminando de estudiar en la Academia Provincial de Dibujo y los primeros momentos de su actividad artística, entre los años 50 y comienzos de los 60.

«En estas obras se aprecia ya que es un dibujante consumado, que domina la profesión, que desde su juventud ya conoce todos los secretos del dibujo y a partir de ahí va a poder jugar como quiera con todas las técnicas, en ocasiones haciendo el dibujo más suelto y menos minucioso pero que demuestra que es un hombre que tiene un conocimiento pleno del oficio del pintor basándose en el conocimiento previo del dibujo que aprendió en la academia», repasa Payo.

En estos dibujos en pastel, lapiceros y boli ya se aprecia su mano para el retrato y su querencia por los hombres de edad avanzada que transmiten con su mirada los avatares de una vida ajetreada. Se puede ver también su manejo del bodegón y los juegos con los escenarios imaginados, como la recreación de una naturaleza muerta con una deliciosa escultura llena de vitalidad. 

Leoncio García, aún por descubrir. El segundo lote corresponde a la obra de su padre, Leoncio García Hernando  (1898-1976), un pintor cuyo talento no desmerece del de su hermano Fortunato Julián ni del de su hijo Román, cada uno con sus matices, pero que sin embargo no se le conoce lo suficiente en su ciudad porque no se dedicó profesionalmente a la pintura. «Quedó bastante eclipsado por su hermano, pero tenía la misma calidad o más», apunta el director de la Fernán González, que cree que es un artista que está aún por estudiar debidamente. 

«Las obras que se conservan son sumamente interesantes, sobre todo las de carácter paisajístico, y dibujos interiores. No solo dibujaba bien, sino que pintaba bien. Fue un gran pintor de interiores y su vertiente de retratos seguramente se la transmitió a Román».

Con tan poca obra disponible y en colecciones particulares, los dibujos donados a la institución son una pequeña joya, que igualmente apuntan a su destreza inicial dado que corresponde a su época de estudiante: «Probablemente alguno son academias y dibujos de cuando estaba terminando sus estudios de pintura».

El último dibujo del lote pertenece a Fortunato Julián García Hernando (1891-1972), el que fuera profesor y director de la Academia Provincial de Dibujo, reconocido en vida como un gran pintor y sobre todo por sus trabajos como ilustrador. En este caso es un descendimiento de la cruz coloreado. 

Que los tres formen parte del fondo de la Institución Fernán González es importante por lo que representan de manera individual y por lo que explican de la obra de Román. «De Fortunato aprendió el detallismo, fundamentalmente el uso de ese color alegre. Las veladuras yo diría que las saca más de Leoncio, porque tiene algunas pinturas a la cera que son muy parecidas a las que después desarrolla Román en sus obras maduras». Para los tres, además, fue fundamental la Academia Provincial de Dibujo, una escuela con sede en el edificio que a día de hoy comparten con la Fernán González.

Con estos dibujos y el resto de los que posee la academia, a la institución le gustaría hacer un catálogo que recogiera este tipo de obra desde finales del siglo XIX hasta la década de los 70-80 del siglo XX.