Las vueltas que da la vida. Hace tan solo un año, Joan Peñarroya y Jasiel Rivero estaban levantando el título de campeones de la Champions con el Hereda San Pablo en Rusia y hoy serán jueces de un destino incierto que pasa por lo que ocurra en la visita de los burgaleses a la cancha del Valencia Basket, su actual equipo. Ocurra lo que ocurra en la Ciudad del Turia, el club azulón no se garantizará la permanencia ni tampoco quedará desahuciado, pero una victoria sí le aseguraría llegar al último partido ante el Urbas Fuenlabrada en el Coliseum dependiendo de sí mismo.

El triunfo frente al Unicaja renovó la moral y las esperanzas castellanas de seguir una temporada más en la élite del baloncesto español, aunque tan solo tan solo fue una llamada de auxilio para agarrarse a la categoría y no será hasta esta semana cuando se decida si realmente continúa en la Liga Endesa. La fórmula más sencilla para lograrlo es que gane los dos compromisos que le quedan, empezando por el que jugará hoy en Valencia. Si no lo consigue y sus rivales directos cumplen, deberá vencer en la última jornada al Fuenlabrada y esperar resultados de terceros.

Aunque es inevitable hacer cábalas, el San Pablo no quiere mirar más allá del partido en 'La Fonteta', un estadio que le trae grandísimos recuerdos porque allí logró colarse en las semifinales de la Liga Endesa en la campaña 2019/20. Fue el inicio de una época dorada que acabó con la conquista de dos Champions y una Copa Intercontinental. Ese equipo lo dirigió desde el banquillo Peñarroya y lo comandó desde la pista Rivero, rivales hoy de los burgaleses.

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