Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


Una sonrisa de Navidad

19/12/2022

Entramos en la semana de Navidad, y la Felicidad parece asignatura vital obligatoria. Y es precisamente esa necesidad de ser, estar, o al menos parecer felices, esos reencuentros entrañables los que hacen aún más evidentes las sillas vacías, las ausencias. Ausencias que en estas fechas nos dejan un halo de tristeza, de nostalgia del que (que no pretendo yo amargarles el domingo) nos rescatan… ¡los niños! con su inocencia, con su felicidad, la suya, sí, pura, con esas risas que llegan en avalancha para inundarlo todo ¡de magia! Ríanse ustedes de la de los Reyes Magos. Sus caritas de ilusión borran de un plumazo la aflicción adulta. ¿No echan ustedes de menos esa vida despreocupada, esa bendita candidez exclusiva de la niñez? Dicen algunos estudios que un niño se ríe 300 veces al día. Un adulto, 25. Muchas me parecen incluso para algunos días, ¿verdad? 

Y muchas parecen cuando nos desayunamos un día sí y otro también con la subida de precios, con otra vuelta de tuerca más a los tipos de interés, que digo yo que los economistas y el BCE ya podían ser más imaginativos y buscar otras fórmulas para frenar la inflación, ¿no? 

Pero no se preocupen, que entramos en periodo electoral y lloverán los 'regalos', cual flechas de cupido buscando el amor de los votantes antes de las urnas. Hablando de urnas, hay a quien la Navidad se le ha adelantado. Indulto, sedición, malversación…nunca es suficiente. Insaciables. Tampoco lo ocultan. 

Para el resto, ayudas estratégicamente rentables electoralmente, obras que se aceleran... ¿Y esta fiesta quién la paga? Pues, oiga, ¿los Reyes Magos? Aquí los Reyes Magos somos todos. No tienen más que mirar sus nóminas o sus tickets de la compra. 

Pero como yo estoy poseída ya por el espíritu navideño, y consciente de que a lo mejor estas últimas líneas les han encabr…itado, intentaré que terminen con una sonrisa. A ver si subimos esa bajísima media de risas menguantes. ¿Qué tal sus cenas de Navidad? Yo llevo ya dos. Y puedo prometer y prometo que he salido de ambas con la dignidad intacta y sin arrepentimientos. Y ya saben, apliquen a rajatabla aquello de Si bebes, no conduzcas, sí, lo de Stevie Wonder, ¡de 1985! Yo era una niña. Seguro que me reía más que ahora. Pero aquí va mi sonrisa, para ustedes. Intentaré pasar de 25. A pesar del Euríbor. De la inflación. Porque es Navidad. Por los que ya no pueden reírse con nosotros. Por los niños. Porque estamos aquí, que no es poco. ¡Qué narices! ¡Voy a por las 300!