Cada vez más coches con gas licuado frente a las limitaciones

D. ALMENDRES
-

Las restricciones que afectarán a las Zonas de Bajas Emisiones a partir de enero de 2023 y el precio de los carburantes invitan a los conductores a buscar alternativas

Cada vez más coches incorporan gas licuado en Burgos para sortear las limitaciones al tráfico. - Foto: Rueda Villaverde

Le costó arrancar desde su implantación en el albor del siglo XXI, pero el gas licuado de petróleo (GLP) ya es unas de las principales alternativas para adaptarse en el corto plazo a las restrictivas normativas medioambientales que afectarán a los conductores a partir del próximo año. Una solución que también permite sortear el alza de precios de los carburantes.

El constante desarrollo de esta tecnología y la asumible inversión que exige en un contexto económico complicado anima a los usuarios a adecuar sus vehículos al autogás. Y Burgos no es una excepción en un escenario difícil. «Es una opción interesante que, en este momento, ofrece más ventajas que otras posibilidades más complejas o más caras. Además, hay que destacar que el GLP es seguro», subraya el secretario general de la Asociación de Empresarios de Automoción de Burgos (Adeabur), Gabriel Martínez.

El parque móvil de la provincia está abocado a cumplir con las exigencias que aplicarán las ciudades de más de 50.000 habitantes desde el mes de enero para acceder a sus Zonas de Bajas Emisiones. Sin embargo,  la incertidumbre actual se une a las numerosas incógnitas relacionadas con la evolución de otras respuestas de futuro como son el hidrógeno verde o los vehículos eléctricos.

«Hablamos de las grandes ciudades, pero los habitantes de los núcleos pequeños también viajan», recuerda Martínez. «No todos los ciudadanos pueden hacer grandes inversiones en este momento para comprar un coche nuevo y esta solución es buena según el tipo de turismo y las necesidades de transporte de cada uno», añade el representante de Adeabur.

La provincia de Burgos alcanza la docena de talleres especializados en la transformación a GLP. De ellos, cinco se encuentran en la capital para ofrecer un servicio que espera confirmar en los próximos meses su tendencia positiva.

La inversión depende de las características del vehículo, como el tipo de inyección. Así, la horquilla de precios en los talleres especializados abarca desde los 1.700 a los 3.000 euros. El depósito de esta mezcla de butano y propano se coloca en el espacio de la rueda de repuesto, aunque en algunos casos se instala un modelo cilíndrico de mayor capacidad en el maletero para disponer de más autonomía. Este trabajo requiere entre 10 y 12 horas de mano de obra.

Así, un coche puede cubrir entre 300 y 500 kilómetros con autogás sin prescindir de la gasolina ni afectar al rendimiento del coche, ya que ambos depósitos se complementan según el interés del conductor o de las necesidades. En este sentido, se estima que la pérdida de potencia en el automóvil con el GLP es equivalente a la que provoca el aire acondicionado activado. 

La transformación para incorporar esta tecnología exige el visto bueno de la ITV una vez finalizada la labor en el taller. Después, además de suponer un ahorro al tratarse de un combustible más barato, permitirá que los coches sin distintivo medioambiental aprobado en este momento dispongan de una etiqueta adaptada a la nueva ley.Al menos, mientras se mantengan las condiciones fijadas en la normativa actual.

Martínez recuerda que los usuarios necesitan avanzar «a su ritmo» para adaptarse a las exigencias programadas en el futuro inmediato, sobre todo en un momento en el que «aún no está clara cuál es la mejor inversión o cuáles son las necesidades reales» para disponer de un vehículo con todas las garantías. Por eso, el gas licuado de petróleo se presenta como una respuesta válida en este clima de incertidumbre.

Red de distribución. El autogás es una posibilidad al alcance de los usuarios que «tiene potencial», pero desde Adeabur recuerdan la importancia de «asesorarse bien» antes de dar el paso. «Hay que acudir a un taller especializado, aquellos donde han recibido formaciones específicas», indica Gabriel Martínez.

Las distribuidoras también apuestan por este nicho de mercado. La red española dispone de 850 estaciones de gas licuado de petróleo, de las cuales una docena están en la provincia. Estas se concentran en la capital, en la A-1 y en la AP-1 para dar cobertura tanto a los vehículos adaptados como a aquellas marcas que ya ofrecen modelos con GLP incorporado de fábrica.

El crecimiento del consumo en Burgos es palpable, según los datos que ofrece la ComisiónNacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). El pasado mes de agosto, última referencia registrada, los vehículos consumieron en la provincia 92.62 toneladas métricas. En el mismo mes de 2019, antes de pandemia, se acumularon 54.48 toneladas  destinadas al uso como carburante en automóviles. 

Esta tecnología «asequible, rentable y eficiente» ofrece un ahorro del 40% con respecto a los combustibles tradicionales. Aunque se trate, en principio, de un crecimiento inmediato en una etapa de «transición y cara para los bolsillos», el autogás cumplirá con un papel «interesante» en los primeros pasos que conducen al futuro de la movilidad.

«Estamos pendientes de lo que ocurra en Burgos a partir del año 2023. Como asociación (Adeabur) aún no hemos tenido contacto con el Ayuntamiento para tratar los detalles de la Zona de Bajas Emisiones», reconoce Gabriel Martínez.

Este asegura que los ciudadanos apenas notarán la diferencia en el perímetro de exclusión, pero las dudas surgen alrededor de la zona de ampliación. «Ahí tenemos 17 talleres y son miles los usuarios que pueden verse afectados», expone Martínez, quien invita a «acompasar» los tiempos de la nueva ley «con las posibilidades» de los ciudadanos». Y es ahí donde el GLP pide protagonismo.