Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Terapiclowns, gracias y más gracias

23/01/2023

La pasada semana este periódico publicaba una noticia triste: los Terapiclowns lo dejan. Por si resulta que no los conoce, se trata de un grupo de payasos (clowns en inglés) que prestaba sus servicios principalmente en Pediatría en el HUBU y antes en el antiguo Hospital General Yagüe. Lo que hacían, ya digo, entre otras cosas, era visitar a los niños que estaban ingresados y hacer su trabajo, el que realizan los payasos: llevar alegría, sacar una sonrisa donde todo es gris, recordar a un niño que lo es, o encender con un poco de calor, aunque sea por un momento, el alma de los padres que acompañan a los pequeños.

Hay que estar ahí para saber realmente lo importante de su labor, la luz que regalan. Y yo estuve ahí. Mi hijo menor tenía apenas tres meses, imagínese, un bebé. Un día que parecía empezar con un catarro, acabó en UCI Pediátrica con un diagnóstico de bronquiolitis. Vías, cables y máscara de respiración que hacían que casi ni se viese al niño. Si el miedo es algo es verse ahí, en las primeras horas en un lugar como ese, rodeado de incertidumbres, acosado por el horror absoluto, por la amenaza de lo impensable.

La cosa se fue estabilizando y en un par de días, una mañana, aparecieron ellos (ella y él), los Terapiclowns, en esa UCI infantil donde los pacientes están separados por cortinas. Les oíamos venir, y cuando llegaron a nuestro puesto, comenzaron a tocar una canción (con un ukelele) y a cantar. Y le prometo que, detrás de esa máscara que le tapaba casi por completo la cara, mi hijo sonrió, se rio con ganas, sacó a flote al niño que era, después de días, en medio de aquello. Y, como algunos otros momentos de la vida, no tantos al final, estoy seguro de que ese en concreto lo recordaré siempre, no se me borrará jamás ese instante de pura paz. 

Los Terapiclowns lo dejan, están cansados de un apoyo intermitente e irregular y reclaman que su labor, la de los payasos de hospital, obtenga un reconocimiento profesional. La vida de muchos de nosotros se cruzó con la suya en circunstancias en las que tuvimos la suerte de encontrarlos y recibir su tratamiento de, entre otras cosas, mucho amor. Eternamente agradecido.
Salud y alegría.