La epidemia de gripe del 2022 se recordará por inesperada, tardía y corta: empezó al final del invierno, en el momento en el que suele terminar, y se prolongó la mitad de tiempo de lo habitual. Es más, justo cuando parecía que la incidencia de contagios por virus gripales iba a dispararse en Castilla y León, se inició una abrupta caída que, después de tres semanas de descenso ininterrumpido, permite darla por concluida.
Eso no significa que no haya gripe, ya que los médicos que conforman la red centinela siguen diagnosticando casos -sobre todo del tipo A-, pero lo hacen en un número que está muy por debajo del que determina que la transmisión es propia de una epidemia. Este umbral se fijó en 50 contagios por cada 100.000 personas y, ahora, se estima que se está por debajo de 25 infecciones en toda la Comunidad. La tasa de contagios por coronavirus oscila entre 1.300 y 800 contagios por cada cien mil habitantes, lo cual da una idea de hasta qué punto se ha ralentizado la circulación de los virus gripales.
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