Aprender castellano sumergidos en la vida rural de Pinilla

BELÉN ANTÓN
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Es el sexto año que estudiantes de español de un prestigioso colegio de Washington eligen la localidad para desarrollar su curso de verano. Son 16 alumnos, de entre 16 y 17 años, y durante su estancia desarrollan proyectos vinculados al entorno

Aprender castellano sumergidos en la vida rural de Pinilla - Foto: F2 Studio

¿Cuándo vienen los americanos? La pregunta se la hace cualquier vecino de Pinilla de los Barruecos cuando se acerca el verano a Itziar yEstefanía Alonso, que gestionan la Casa Rural Chanin junto a su hermano Juanjo. Y es que los americanos, como se los conoce en el pueblo, son en realidad un grupo de alumnos de español de un centro escolar de Washington que por sexto año han elegido la localidad burgalesa para desarrollar su curso de verano. Llegaron hace unos días y durante su estancia de tres semanas en Pinilla continuarán con su aprendizaje del idioma sumergiéndose en un estilo de vida muy diferente al que están habituados en su ciudad, relacionándose con el entorno y con sus habitantes, aprendiendo también otra cultura, costumbres y gastronomía. Clases de español fuera del aula, que son más que clases de español. Una experiencia enriquecedora en un ambiente que antes jamás habían tenido la oportunidad de conocer. 

Y es precisamente ese estilo de vida rural, lo que ahora se denomina slowe life, una forma de vida más lenta, tranquila, lo que más aprecian y ha llamado la atención de la mayoría de estos 16 alumnos, 8 chicos y 8 chicas, con edades entre los 16 y 17 años. Allí apenas tienen tiempo de pensar y aquí están disfrutando de ese tiempo. «En Washington siempre tengo prisa, porque hay presiones sociales para trabajar y conseguir el éxito, aquí puedo caminar durante horas sin esa prisa», comenta Priya, una apasionada de la escritura que quiere aprovechar su estancia en Pinilla para aprender a escribir sobre naturaleza. «Es un pueblo pequeño pero divertido, porque puedo explorar sin riegos, conozco todas las calles y donde están las vacas», explica la joven, que también ha conversado con varios de sus habitantes más mayores para hacer un documental sobre la forma de vida en un pueblo. 

Sawyer es un apasionado de la escalada, por eso está encantado con todas la rocas que bordean la localidad, donde la mayoría de ellos suelen subir para disfrutar de las infinitas vistas hacia la Demanda. «Mi proyecto en este viaje está relacionado con la escalada y estoy muy emocionado de poderlo practicar aquí. Suelo ascender a las rocas pero un día iré a escalar a otro lugar», comenta el estudiante, que agradece esta estancia más relajada. «En Washington todo va muy rápido. Estamos empezando a buscar universidades y eso es muy estresante. Es perfecto pasar un tiempo aquí para hacer las cosas más despacio». 

Su inmersión en el entorno y sus gentes es total. Hace unos días hicieron una actividad de geocaching con los alumnos de 4º de la ESO del IES Alfoz de Lara de Salas de los Infantes y con los que ya han quedado para hacer un torneo de baloncesto. Han visitado Clunia, Peñaranda de Duero, Santos Domingo de Silos, La Yecla y Covarrubias. «Intentamos conectar con sus intereses y hacerlo de una forma lúdica para que funcione mejor», explica Jaime Estrada, director del programa de lenguas de este centro de EEUU. «Hay 6 alumnos que estudiaron latín, ya conocían el imperio romano y para ellos fue una gran experiencia poder Clunia». 

También han estado en Burgos, y la forma de conocer la ciudad no fue la convencional. «Fui unos días antes e hice unas fotos que después les envíe. Ellos fueron descubriendo la ciudad buscando los lugares de las imágenes y para encontrar algunos debían de preguntar a los ciudadanos, porque eran más de detalle». También viajarán hasta Santander y Santillana del Mar y subirán al Pico de Urbión enSoria, una caminata que hacen cada verano. Los talleres de cocina también ocuparán parte de su tiempo estos días. «Uno será de cocina más tradicional, otro de tapas y pinchos y uno más de repostería», explica Itziar. De impartirles se encargará su hermana Estefanía, reconocida cocinera que ha trabajado codo con codo con los chefs Alberto Chicote y Javier Peña y que hace disfrutar a los chicos con sus platos. «Otra propuesta que otros años gusta mucho es la de hacer una paella, que la planteamos como un juego, ya que tienen que ir buscando los ingredientes por las diferentes casas del pueblo. Cuando la terminan, la dan a probar a los vecinos», relata Itziar. 

Proyectos. A parte de las excursiones, los talleres y las actividades, cada uno desarrolla durante su estancia un proyecto personal que al final de la misma exponen en el Ayuntamiento con las puertas abiertas a todo el pueblo, una cita en la que este año también quieren hacer una actuación musical. «Hay una que lo está haciendo sobre la mujer rural y otro sobre los animales», cuenta Itziar. Y es que el hecho de que los gatos y los perros estén sueltos por el pueblo les llama mucho la atención. Se hacen fotos con ellos, les dan de comer y les ponen sus propios nombres. «Hay incluso uno que quiere bañar a todos y ya ha empezado por alguno». 

El proyecto de Anna va a consistir en la realización de una serie de retratos de paisajes y escenas de Pinilla y de los pueblos que visiten. «Dibujando me relajo, me ayuda con el estrés escolar», comenta la joven, que quiere enfocar su formación hacía la Biología y que gozó especialmente con su visita al Museo de la Evolución Humana. «Estoy disfrutando estos días lejos de la tensión académica.Me encanta viajar y explorar hablando con personas españolas». 

Isabella se meterá en la cocina con Estefanía para su proyecto. «Cocinar me relaja y la comida española es más fresca y sana que la nuestra». Su estancia en Pinilla le ha provocado un cambio en su forma de ver la vida. «Creo que cuando llegue a Washington voy a notar como una especie de depresión. Aquí se ve feliz a todo el mundo, quieren hablar contigo y puedo observar la naturaleza con calma, en mi ciudad la gente no te habla por la calle. Cuando vuelva voy a intentar vivir más en comunidad», comenta la joven de 17 años, a la que le encanta relacionarse con los animales. «Estos disfrutando de la estancia, me está ayudando a apreciar otras cosas». 

La idea de aprender un idioma en un entorno rural, «de una forma más íntima y estrecha», es de Jaime Estrada, natural de Barcelona y profesor en EEUU desde 1992. Él ha acompañado a sus alumnos en todas sus estancias en Pinilla e inició el proyecto buscando para los chavales una forma de vivir en comunidad, una experiencia totalmente diferente a la que están acostumbrados, en un ambiente que no es fácil que repitan. Y además, aprenden, cada día se graban un audio y la diferencia del primero con el último en su forma de expresarse es muy notable. 

Durante los años comprendidos entre 2005 y 2012 los cursos de verano de español de esta prestigiosa y privada escuela americana se desarrollaron en Honduras, pero la situación se volvió peligrosa. «Antes habíamos hecho en Sevilla, pero allí había más desmadre y la estancia en casas con familias no era lo más adecuado, porque se juntaban estudiantes de varios países y acaban hablando en inglés». Así que para el verano de 2014 Jaime decidió hacer una búsqueda de casas rurales por España. Seleccionó 40 y comenzó a llamar por teléfono. «En cuanto comentaba que era para 16 chavales muchas me decían que no, en cambio, cuando llamé aquí, enseguida se mostraron abiertos y comenzaron a darme opciones y propuestas que hacer. Así que la idea de ir a una casa rural fue nuestra, pero la de acabar en Pinilla fue de la buen disposición de Itziar y Estefanía».

Y así, desde 2014, en varios veranos, Casa Chanín es también la casa de estos jóvenes, que siempre tienen un «hola, ¿qué tal?», cuando te cruzas con ellos. E igual que 'los americanos' ya forman parte de Pinilla, la localidad también está muy presente desde 2014 en esta escuela progresista del corazón de Washington. Las imágenes de los viajes aparecen en el anuario y también los antiguos alumnos cuentan en charlas a los más jóvenes su experiencia vivida en Pinilla.