Cuando la Policía Local es la primera opción

I.E.
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Los familiares de Fortunato, un hombre de 90 años que se desvaneció en Grandmontagne y recibió la atención de una ciudadana y la reanimación de 4 policías locales, agradecen el esfuerzo a pesar de la muerte del anciano

Los policías municipales que socorrieron a Fortunato y los hijos de éste, Marimar y Ramón. - Foto: Patricia González

En estos tiempos de coronavirus, en los que las ambulancias no dan abasto para llegar todas las emergencias, cobra especial importancia el papel que juega la Policía Local, y otros cuerpos, en la realización de los primeros auxilios a personas enfermas, que sufren un desvanecimiento en plena calle y a quienes muchos ciudadanos no se atreven a atender por el miedo a la pandemia. Ocurrió hace unos días en la calle Francisco Grandmontagne, en Gamonal. Por allí paseaba Fortunato Santamaría, un hombre de 90 años, que había salido a por lotería. A la altura del bar Naroki sufrió un desvanecimiento y cayó al suelo. Nadie se acercó a ayudarle, pero sí se formó un corrillo de personas alrededor, hasta que se acercó una burgalesa que le arropó, le colocó de lado y le acompañó hasta que pocos minutos después llegó una patrulla de la Policía Local que se encontraba en las inmediaciones y atendió el aviso, cuyos agentes fueron los primeros en atenderle.  

Se bajaron rápidamente del vehículo para comprobar las constantes del anciano, quien se hallaba consciente. Sin embargo, al poco tiempo detectaron que el pulso se le debilitaba por momentos, de modo que había que actuar y rápido. En el coche patrulla portan un desfibrilador para urgencias de esta naturaleza. Lo sacaron, lo conectaron al hombre tendido y esperaron instrucciones de la máquina. Lo primero, debían practicarle una RCP (reanimación cardiopulmonar), de forma manual, explica Javier. Al cabo de unos minutos, el aparato les indicó que tenían que aplicar las descargas para recuperar al paciente. «En las ocasiones que lo he utilizado nunca me había ordenado administrar el DESA (el desfibrilador)», comenta otro de los agentes, Javier.

Los cuatro policías que se desplazaron al lugar -también Ignacio y Carlos- se turnaron con el masaje cardiaco, «porque es preciso hacerlo con fuerza y constancia» para mantener viva a la persona, durante algo más de media hora, hasta que llegaron una UVImedicalizada de Sacyl, cuyos sanitarios se hicieron cargo del paciente. Fortunato falleció antes de llegar al Hospital Universitario, pese al esfuerzo de unos y otros, un esfuerzo que sus familiares quieren agradecer.

María del Mar explica que tuvo un mal pálpito aquella mañana, cuando su madre le dijo que su padre no contestaba al teléfono. Al bajar a la calle a buscarle y observar el corrillo formado en Grandmontagne pensó que se trataba de su progenitor y así se lo dijo a los agentes. «Nuestro padre murió pero fue atendido por una ciudadana a la que ya hemos dado las gracias y por unos agentes que le mantuvieron con vida el tiempo hasta que llegó la ambulancia», subraya. Su hermano José Ramón, emocionado también, recuerda los momentos en que los policías reanimaban a su padre mientras ponían orden en la gente arremolinada. «Solo podemos estar agradecidos», señala.

Los agentes que intervinieron reciben formación para llevar a cabo estas maniobras y aconsejan que se forme más a los ciudadanos en el uso del desfibrilador, pues ahora hay muchos aparatos en la ciudad que «pueden salvar vidas siempre y cuando haya gente que los sepa manejar».