Todo hacía pensar que el Gobierno de coalición del PSOE y de Cs se había guardado la traca final para el último año de mandato y que esto iba a ser poco menos que un no parar de cortar cintas y asistir a inauguraciones. Sin embargo, a medida que se acerca la cita con las urnas lo que parece que sí va a haber es un buen listado de marrones sin resolver. Con impredecible final.

Tras saber que han fracasado los intentos por transformar la calle Vitoria en un espacio del siglo XXI y tras consumarse que en San Pedro y San Felices no verán la construcción de su nuevo polideportivo, las noticias que llegan sobre el Mercado Norte no parecen invitar al optimismo. Se deja para final de año, en el mejor de los casos, la licitación del contrato de concesión para levantar el nuevo edificio, de la misma manera que también será a final de año cuando teóricamente sabremos el desenlace del expediente del Niño Jesús. Para esas fechas o los meses siguientes se espera saber lo que se hace con la fallida obra de la plaza Santiago y el 1 de enero (eso dice la teoría) se deberá de poner en marcha la Zona de Bajas Emisiones y entrará en vigor el nuevo impuesto de depósitos al vertedero. Ni para una cosa ni para la otra estamos preparados.

Está por ver lo que sucede con la obra de Pisones (paralizada) y la del cívico de Fuentecillas (pendiente de un hilo) porque no vale con presumir de las actuaciones de Fuentes Blancas y la cuarta fase del parque lineal del Vena, donde el Ejecutivo ya se encontró los proyectos hechos. El intento de compra de Espolón 30 no ayuda tampoco a percibir a un Gobierno que debería de estar volcado en los 10 meses que restan para acudir a las urnas y que parece haber perdido el sentido de la autocrítica en favor de una poco fundamentada manía persecutoria que solo sirve para tratar de ocultar errores. Y los hay.