Nadie puede negar que la presidenta madrileña se siente más cómoda en el espacio de la derecha que en el centro en cuestiones que generalmente son banderas de la extrema derecha, como las políticas respecto a la inmigración, la seguridad ciudadana o la necesidad de garantizar los derechos de quienes son víctimas de movimientos okupas o de la invasión de narcopisos en determinados barrios. Cosa distinta es que Isabel Díaz Ayuso esté tratando de robar su asiento a Núñez Feijóo, aunque los adversarios del presidente del PP tratan de envenenar sus relaciones con Ayuso insistiendo en que la madrileña es mujer de ambición desmedida, que antepone sus principios de ultraderecha a los del partido y que Feijóo no se atreve a hacerle frente.
Lo que transmite Feijóo sin embargo está muy alejado de lo que dicen sus detractores. Su relación con Ayuso es muy buena, va más allá de lo que marca la corrección; se mensajean constantemente y hablan cuando se presenta un asunto que Feijóo quiere consultar con los dirigentes regionales. Aunque sus primeras llamadas suelen ser a Alfonso Rueda y Juanma Moreno por la cercanía personal e ideológica que les une desde hace años, la opinión de Díaz Ayuso siempre la conoce antes de tomar una decisión. Aunque sea para llevarle la contraria; pero la conoce y la respeta aunque no siempre la defienda.
En Génova no existe ninguna preocupación por la forma en la que Ayuso gobierna Madrid y por sus pronunciamientos políticos. Es más, tanto Feijóo como su equipo de dirección consideran que Ayuso es un elemento fundamental para que el partido se consolide en el futuro, porque es el contrapunto de algunas decisiones de Feijóo que no convencen al sector más conservador. En el PP de Feijóo, lo dice siempre, caben conservadores, liberales, centristas y socialdemócratas, de hecho cuenta con votantes de todas esas familias. No se siente nada cómodo con la extrema derecha, y no es ningún secreto que su objetivo para las próximas elecciones es alcanzar el número suficiente de votos para no verse obligado a gobernar con Vox. Pero, añade siempre, peor seria verse obligado a gobernar con algunos de los partidos con los que hoy gobierna o pacta Pedro Sánchez.
No es por tanto Isabel Díaz Ayuso una preocupación para el PP, la ven como un complemento, capta votos que, probablemente, nunca serían para Núñez Feijóo. Pero la presidenta madrileña debería andarse con ojo: puede convertirse en un problema si acelera marcando un terreno propio que la aleja de la moderación en la que hoy se mueve Génova, y ahuyenta el voto de centro. Parte de la estrategia de Sánchez para debilitar a Feijóo se basa precisamente en hacerle un roto en el voto más centrado y recuperarlo para el Psoe.
Veremos, durante meses, cómo desde Ferraz y Moncloa intentarán presentar a Isabel Ayuso como la versión española de Georgia Meloni o Marine Le Pen.