La infancia que maduró en el Odrilla

P.C.P.
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La joven Miranda recupera la botella con el mensaje que tiró al río en 2010 y se convierte en protagonista de una de las historias con «capital sentimental» que recopilan su padre y un amigo en un blog de Pedrosa del Príncipe

Miranda fue retratada por su padre en el preciso instante en el que lanzaba su mensaje al río Odra u Odrilla, como le llaman en Pedrosa delPríncipe.

Del Odrilla al Pisuerga. De la imaginación desbordante a la nostalgia de un instante. Un sueño destinado a viajar a través del océano que se quedó a 30 kilómetros de casa, entre dos pueblos y tres vidas, la de sus abuelos en Pedrosa del Príncipe, la de sus padres en Gijón y la suya en Madrid, madurada por el río, al que se asomó de niña y que le devuelve hoy su reflejo de mujer.

Quien no ha tenido que pasar las infancias de los hijos en el pueblo no sabe lo que es llegar a aburrirse de hacer cosas y, sobre todo, de pensar en la siguiente. En esas estaba Gerardo la Navidad de 2010, buscando cómo matar el tiempo con su hija Miranda, cuando se le ocurrió la idea de escribir un mensaje y meterlo en una botella. El destello de luz en los ojos de la pequeña, que entonces contaba con 9 años, ya mereció la pena. Emocionado, casi más que ella, se fue arriba. "Fantaseé mucho", reconoce Gerardo Manrique. "Mira la botella. Va a ir al Pisuerga, del Pisuerga al Duero, del Duero al Atlántico y atravesará el océano hasta llegar a América", recuerda que le contó a la niña.

Habían olvidado, eso sí, lo que ella escribió en el texto que introdujeron en aquel vidrio verde, con un tapón a rosca y que hace unos pocos días leyó un trabajador que realiza labores de limpieza en el río Pisuerga en Torquemada. Cualquier otro, estresado, amargado o simplemente demasiado atareado para atender a chiquilladas, hubiese echado la botella al contenedor, pero cayó en las manos de un espíritu curioso y algo soñador que descorchó la botella buscando quizás un mensaje de amor o desamor. Pero encontró esto:

'A quien le llegue esta botella (si es que le ha llegado a alguien), debe saber que fue arrojada en Pedrosa del Príncipe en el río Odra, el día de Navidad en el año 2010. Quien encuentre esto tendrá mucha suerte en su vida. El día de tu cumpleaños le tendrás que decir a una estrella: "Lindísima estrella, dime si deseo nos (sic) ..... (dos palabras imposibles de leer), pachín, pachán" y te concederá 3 deseos, uno será en la infancia, otro en la edad adulta y otro en la ancianidad". Si crees que esta carta te miente y que estás muy ocupad@ como para hacer caso, te despertarás sin ojos, sin brazos y sin piernas.

Si quieren saber más, envíen al C.P. Clarín de Xixón'.

Como no está el mundo para amanecer de esa guisa, el operario le entregó el hallazgo a un empleado de la Confederación Hidrográfica del Duero, que a su vez tiene un conocido de Pedrosa del Príncipe, Diego Toledano, quien no tardó en identificar a la hija de su amigo Gerardo gracias a la referencia a la ciudad asturiana.

No acaban ahí las casualidades de esta historia, pues el padre de la fantasiosa criatura lleva a gala fotografiarlo todo y, además, guardarlo de manera ordenada por carpetas. Él rápidamente encontró las fotos en las que una sonriente Miranda lanza al río Odra, que aquel diciembre bajaba algo crecido, la botella de los tres deseos con gorro y bufanda rosa. Ella recordaba aún mejor que el padre ese momento. Entre ambos volvió a saltar la chispa de un "pequeño instante mágico".

Aquella niña tiene hoy 20 años y estudia Magisterio en Madrid. Su padre imparte clases de latín y griego en un instituto de Gijón y aprovecha su amor por las letras y sus dotes organizativas para alimentar la memoria de Pedrosa del Príncipe con un blog en el que da salida a historias, fotos, anécdotas... "Todo lo que cae en mis manos", apunta. Por supuesto, la de Miranda se ha convertido en una de ellas, aunque no sabe si la más leída, porque no le preocupan las audiencias.

La idea de esta "biblioteca de recuerdos" surgió el día en que otro amigo, Jesús Borro, presentó un libro sobre Pedrosa. Al terminar, empezaron a reflexionar sobre el panorama "deprimente" de las zonas rurales. "Te das cuenta de que la gente que queda es muy mayor y que en un par de décadas esto pegará un bajón radical". Se preguntaron qué podían hacer y se les ocurrió este baúl, en el que conservar "todo el capital sentimental que todavía atesoran pueblos como este", añade. Sus lectores esperan con ansia la entrega en que el operario del Pisuerga revele los tres deseos que, sin duda, le habrán sido concedidos.