Pocas selecciones en la Historia ganaron tanto con tan poco, ninguna con esa capacidad de adaptación a las peores circunstancias: la cuádruple campeona del mundo, Italia, ha vuelto. Ha sido un resurgir lento y meditado de la mano de un tipo exquisito, Roberto Mancini, que enganchó una selección moribunda en mayo de 2018 (cuando no se clasificó para Rusia’18) y la ha ido transformando en una máquina prácticamente perfecta: actualmente, la 'azzurra' posee la mejor racha del planeta con 25 partidos sin derrota de forma consecutiva. «Antes, ir con la ‘nazionale' daba pereza», lamentaba Bonucci, de los pocos intocables de la vieja guardia que sobreviven a la revolución: Jorginho y Barella gobiernan el mediocampo, Insigne, Verratti, Belotti e Immobile el ataque... e Italia, con un 4/3/3 y una asfixiante presión alta reclamará de nuevo su sitio en la élite en una competición en la que cuenta un título (1968) y un segundo puesto (2000).

De piedra

No será un grupo cómodo para los italianos: Suiza y Turquía se hacen muy fuertes desde la defensa, con equipos muy físicos que apenas conceden alegrías al adversario. Los helvéticos, de hecho, aplicaron esa fórmula para alcanzar la última ‘Final a Cuatro’ de la Liga de las Naciones: un 5/4/1 diseñado por Vladimir Petkovic de cemento armado. Turquía, por su parte, tiene otro patrón de barco de táctica férrea, Senol Gunes, y así lograron complicarle a la todopoderosa Francia su billete en la Eurocopa (le ganaron en Estambul y empataron en París)… y en la actualidad lidera su grupo de clasificación hacia Qatar’22 por encima de Países Bajos y Noruega. Así que Italia es favorita, sí, pero no puede permitirse ni media alegría.