Aunque los primeros movimientos sobre el terreno -catas arqueológicas- llegaron en junio, el inicio oficial de la construcción de la A-12 entre Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) y Villamayor del Río (Burgos), tal y como asegura el Gobierno, se produjo en marzo de ese mismo año.

Treinta y seis meses después, recién cumplido el plazo de ejecución que se suscribió a la firma del contrato, la autovía es aún una quimera. El pasado noviembre el Ejecutivo informó que los trabajos se encontraban al 35% y confiaban en que terminaran «lo antes posible». La realidad, sin embargo, es mucho más tozuda. No será hasta la primavera de 2025, es decir, dentro como poco de dos años, cuando se puedan estrenar los primeros kilómetros de A-12 por suelo burgalés. Fuentes de la UTE encargada de la obra apuntan a abril de ese ejercicio como posible fecha para la conclusión de la obra, que se demorará 24 meses frente al margen inicialmente previsto.

Desde el Ministerio, por contra, aseguran que el plazo «se había ampliado con anterioridad para adaptarse al desarrollo real de los trabajos», pero tampoco ofrecen más detalles. Es más, apuntan que el incremento es «habitual» en obras de esta envergadura. Lo que es cierto es que en tres años apenas se han certificado 32 millones de euros frente a los 72 por los que se adjudicó, un 44% del total.

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