El fabricante de automóviles japonés Nissan anunció ayer a primera hora de la mañana el cierre de su planta de Barcelona, lo que comportará el despido de cerca de 3.000 personas, a los que se añaden otros 13.000 empleados indirectos, 20.000 según fuentes sindicales. El impacto en la automoción española es sin duda muy fuerte, y supone un duro golpe para el sector, que lleva meses arrastrando una progresiva caída de las ventas. Aunque Cataluña será la región que más sufra la pérdida de la multinacional, las consecuencias llegarán hasta Burgos, ya que la compañía Clarios, antigua Johnson Controls y antes Varta, es un proveedor habitual de la fábrica de coches catalana. «Es un cliente importante dentro de toda nuestra cartera pero la proporción del impacto va a ser menor», indica Eduardo Quintanal, director de Clarios Iberia P&D, que reconoce la buena sintonía de su firma con los dirigentes de la planta catalana.

El porcentaje de baterías que se fabrican enVillalonquéjar y tienen como destinoBarcelona, admite Quintanal, es pequeño, pero ese contrato que se extinguirá con el cierre de la planta española esperan poder cubrirlo con la reactivación del sector de automoción a nivel europeo. «Si no se venden esos coches se venderán otros. Afortunadamente tenemos clientes en todo Europa, como la otra fábrica de Nissan enSunderland (Reino Unido)», explica. Defiende el director de Clarios que su actividad no se basa en ninguna planta en concreto, sino que su negocio está diversificado en el sector en su conjunto al suministrar a «todos los fabricantes de primer equipo europeos».

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