"Ancha es Castilla y estrechos los ascensores"

H. JIMÉNEZ
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José María Yudego, en silla de ruedas desde hace diez años, expone mañana en el Colegio de Arquitectos las contradicciones entre normativa y realidad en materia de accesibilidad

Yudego, recorriendo la obra de Las Llanas que pone como ejemplo de buenas prácticas. - Foto: Alberto Rodrigo

Lleva siendo un Quijote de la accesibilidad desde que un accidente cambió su vida hace una década y le dejó en silla de ruedas. Conoce muy bien los entresijos de la administración, pues llegó a ser jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Burgos, y maneja una admirable agenda de contactos. Pero no se cansa, no se rinde. José María Yudego prosigue en su labor didáctica y reivindicativa y esta semana volverá a demostrarlo.

Bajo el título 'Normativa versus Realidad', el jueves a las 19,30 horas hablará en la sede del Colegio de Arquitectos (avenida de la Paz, 24) sobre la difícil conjunción entre las regulaciones legales de la accesibilidad y su aplicación práctica a las calles, locales comerciales y edificios residenciales.

La idea de la charla surgió hace un tiempo, cuando contactó con su amigo Félix Escribano. A este arquitecto y a todo su equipo, además de a su hija Leyre como asesora principal de la presentación, agradece su apoyo en mostrar a la ciudad "lo que otros no ven, porque el que no se mueve en silla no se da cuenta de que las carencias son infinitas".

Por eso habrá lugar para debatir sobre rampas criminales de excesiva pendiente, bordillos presuntamente a cota cero que no lo son, tiendas a las que sorprende que se les concediera licencia porque impiden por completo el paso de una silla de ruedas o elevadores en las comunidades de vecinos que escatiman tantos centímetros que se convierten en imposible de maniobrar. Tirando de sorna, él mismo es quien acuña la expresión de que "ancha es Castilla y estrechos los ascensores".

A buen seguro que hablará muy clarito, aun a riesgo de herir alguna sensibilidad. "Me gusta decir las cosas sin paños calientes aunque incomode, pues la realidad es la que es, aunque no guste", subraya. Aunque añade que su pretensión es exponer las realidades "creando consenso y no confrontación" y no quiere que nadie le vea "como enemigo, sino todo lo contrario", incluyendo tanto a los políticos que elaboran las normas como a los técnicos que se encargan de aplicarlas.

La lucha de Yudego comenzó como "algo estéril", pero con el paso de los años, y a base de machacar muchas conciencias, defiende "el orgullo de haber conseguido algunas cosas no para mi, ni siquiera para el colectivo de discapacitados, sino para todos, porque en cualquier momento uno se ve en una silla de ruedas o con muletas o empujando un carrito de bebé o haciéndonos mayores".

Sin levitar y sin mirarse el ombligo. Insiste este hombre de gafas redondas y sombrero eterno en que "la normativa va por un lado pero la realidad por otro. Hay muchos detalles que en teoría cumplen con las exigencias legales, pero luego uno ve que son imposibles. Por eso mi objetivo es sensibilizar a los arquitectos y empatizar con ellos, como piezas fundamentales que diseñan la ciudad y los edificios, para hacerles entender que los promotores y constructores no tienen que perder dinero pero deben también ofrecer calidad, no cumplir por los pelos".

Después, en próximas charlas que en su mente ya imagina, llegará el turno de administraciones y técnicos, "porque las administraciones tienen que dejar de levitar y de mirarse el ombligo. No pueden solaparse las normativas de unas y otras y se necesita una coordinación para no confundir a los profesionales y no provocar una lucha de egos".

José María se ofrece incluso como "probador", como ya ocurrió recientemente con la remodelación de Las Llanas, para quienes quieran asegurarse de que sus proyectos resultan satisfactorios en materia de accesibilidad. La sensibilización y la denuncia, en su caso, van de la mano para defender con educación y al mismo tiempo con firmeza que los espacios públicos y privados tienen que ser para todos, y no solo de boquilla.