Los hospitaleros se resignan a otro verano flojo

I.P.
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Con el fin de estado de alarma, la ruta comienza a animarse, pero aún son mayoría los extranjeros. La ampliación a 2022 del Año Santo Xacobeo alienta al sector

Tras un mal inicio de la temporada por la pandemia, los peregrinos van llegando, pero lentamente. - Foto: Alberto Rodrigo

El pasado día 9, con el levantamiento del estado de alarma, un rayo de esperanza se filtró por puertas y ventanas de los albergues a lo largo y ancho del Camino de Santiago burgalés. La libertad de movimiento comenzó a dejarse notar con el goteo de peregrinos y las instalaciones, muchas hasta entonces cerradas, se abrían para recibir con los brazos abiertos a los primeros peregrinos de este Año Santo, que sin embargo, no creen que vaya a atraer por ello a más viajeros, con  la covid aún entre nosotros. 

La mayoría de los gestores de los albergues, bien municipales o privados, creen que la avalancha se producirá el próximo año 2022 al que el Papa Francisco ha ampliado el Año Santo Xacobeo debido a los inconvenientes que la pandemia está suponiendo para celebrarlo con normalidad este año. Se saca así un año extra, bien recibido por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago y por los hospitaleros ante las poco halagüeñas expectativas que tienen de cara a los próximos meses de este año, pese a esa libertad de movimiento, «hay miedo aún, no se sabe muy bien qué albergues están abiertos o cuales no», explican muchos de los hospitaleros que recuerdan, además, que de momento tienen aforo en sus instalaciones, ahora con un tercio solo de sus plazas disponibles, para poder garantizar las distancias de seguridad y cumplir el protocolo anticovid.

Así, el optimismo y pesimismo se reparten a partes iguales, pero en general, son más los segundos y consideran que este verano lo dan por perdido y opinan, en todo caso, que esperan más afluencia en otoño, cuando haya avanzado la vacunación no solo en España sino en Europa y quizás cuando también puedan llegar peregrinos americanos o asiáticos, a quien ahora echan de menos. Por el contrario, los pocos caminantes que se albergan son mayoritariamente europeos -con los franceses a la cabeza-, italianos, holandeses, belgas, alemanes e irlandeses. Los españoles empiezan a moverse, pero aún son minoría, explican.

Castrojeriz es una de las paradas obligadas del Camino y están abiertos prácticamente todos los albergues, incluso el municipal que lo hizo en abril, tras un año en el que se han realizado mejoras en baños aseos y mobiliario. La alcaldesa, Beatriz Francés, reconoce que están pasando aún pocos peregrinos, pero que empiezan a ver llegar algunos desde la semana pasada. 

Javier González es ya veterano en el albergue Rosalía, con 34 plazas. Aunque define de flojo el goteo de peregrinos, también reconoce que desde hace un par de semanas está cogiendo reservas para después de junio, «algo que no ocurría desde el verano del año pasado». Así, ve ya cierto movimiento y cree que mucha gente está esperando a estar vacunada para  «poder echarse al Camino». Eso le da esperanzas de poder salvar los muebles esta temporada, aunque de momento dice que el año es malo para los albergues «porque a estas fechas deberían estar ya a tope». Javier también recuerda que se mueven en la incertidumbre de saber el número de plazas que van a poder ofrecer más adelante, ya que ahora mismo es un tercio de ocupación. En su caso, el 80% de los peregrinos que pernoctan son extranjeros, y los pocos que llegan ahora, también son mayoría. Espera que a partir de julio y sobre todo septiembre y octubre, empiecen a llegar estadounidenses, australianos y coreanos. Aunque este año es Xacobeo, no por ello se está notando, y  no cree que la recuperación sea total hasta el próximo año, para el que él ya tiene reservas de grupos de EEUU, Colombia y Corea.

En su primera temporada, el albergue municipal de Castellanos de Castro está bajo el mando de Diana Díez, con experiencia de hospitalera ya que durante muchos años ha estado al frente del albergue municipal de Hontanas. Diana es pesimista, ve el año flojo y de hecho aún no ha abierto el albergue, aunque sí permanece el inmueble abierto en la parte del bar restaurante, con una buena acogida por parte de los vecinos de la localidad y el entorno. Mayo y junio los da por perdidos y espera poder comenzar a remontar a partir de julio. El albergue cuenta con 20 plazas, en dos habitaciones con 10 literas, pero por el protocolo covid las ha reducido a 12 para que la gente pueda  tener más espacio y comodidad.

Los jóvenes Marilena Rossi, italiana, y Kieran Crichton, inglés, se han hecho cargo este año del albergue Fuentestrella, en Hontanas, después de llevar el pasado año las piscinas municipales. Se han aventurado porque querían un trabajo de larga duración, no los dos meses de la piscina. El bar del albergue lo abrieron en febrero y en abril las habitaciones; están contentos y optimistas, aunque Marilena reconoce que aún son pocos los peregrinos que llegan, y la mayoría extranjeros -franceses sobre todo-, aunque ya empiezan a verse españoles. Cree que aún hay miedo en la gente, que espera se vaya pasando con la vacuna. Se le nota al hablar la alegría al contar que el domingo tuvo 7 peregrinos.

     En Hornillos están abiertos el municipal, que regenta Inmaculada Tablado, y el Meeting Point, del que se encargan Omar Alonso y su hermana Laura. Omar dice estar expectante a ver como van llegando, porque de momento «la cosa está floja», aunque cada día se va notando más movimiento, sobre todo de franceses, alemanes y holandeses. Ellos abrieron a mitad de abril y dice que no han llegado a 20 los peregrinos que han tenido, y la mitad de los días, ni uno. Además, el tema de la limitación  de aforos es un problema añadido, porque sus 36 plazas se quedan en 12, «con lo que ganar dinero, poco», dice, reconociendo que tenían puestas muchas esperanzas en este Año Santo y en 2020, ya que los precedentes suelen ser buenos porque mucha gente hace el Camino para evitar las aglomeraciones del Xacobeo. «La pandemia nos ha robado 2 buenos años», se queja. Por su parte, Inmaculada cuenta con los dedos de una mano los peregrinos que entran en el albergue municipal, «hoy 3, 2 extranjeros y uno español; ayer, 2 españoles. La llegada está siendo lenta», añade. 

     En La Casa de Beli, en Tardajos, encontramos a la francesa Melani y el canadiense Marcial, que hacen el Camino en bicicleta. Por su parte, Joaquín Romero, de Córdoba, tiene una semana para andar el tramo de Burgos, hasta donde llegó hace 2 años, a León. Viaja solo y dice que mueven muchos motivos para hacer el Camino, espirituales y, sobre todo, culturales, porque le encanta el gótico y el románico. 

Pero para Fernando, dueño del albergue, el año está siendo malo. «Nosotros hemos perdidos los mejores meses, de Semana Santa al 14 de junio», y  cuenta unos 25 los que han pasado desde abril, cuando otros años estaría hablando de que se habrían alojado unos 500.

Irene Sanz, que gestiona el albergue municipal de Belorado, explica que el goteo es muy lento, con 2 y 3 peregrinos por día y algunos, nadie. En todo caso confía en que a partir de junio lleguen más, y está recibiendo llamadas de gente interesada que pregunta qué albergues están o no abiertos. 

Tampoco está demasiado contenta Elena Gutiérrez, del albergue municipal de Santovenia de Oca, que subsiste porque también tiene bar. Ella reconoce, además, que lo tiene peor porque Santovenia no está en muchas guías del Camino.