25 años del espíritu de Ermua

M. Puras (SPC) - Agencias
-

El asesinato a sangre fría del joven Miguel Ángel Blanco, un humilde concejal del PP de la localidad vizcaína, provocó la pérdida del miedo de la sociedad española a ETA y el principio del fin de la banda

25 años del espíritu de Ermua

Imposible olvidar.  El país se paralizó durante 48 horas. Los ciudadanos clamaron por la libertad de un chico de 29 años. Pero la presión popular e institucional no pudo evitar el fatal desenlace. El 12 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco era encontrado en una zona boscosa de Lasarte (Guipúzcoa) con dos proyectiles en la cabeza. Estaba vivo, pero falleció en el hospital unas horas después. Dos tiros en la nuca, la rutina que empleaba habitualmente ETA, acabaron con la vida de un muchaho humilde concejal del PP. Ese cruel asesinato provocó la indignación y la pérdida del miedo de la sociedad española, además del inicio de la debilitación de la banda. Tuvieron que pasar 14 años más hasta su completa derrota, pero ahí fue donde nació el Espíritu de Ermua. El asesinato del concejal popular de Ermua no fue como otros. Fue diferente. Provocó una reacción conjunta, unánime, que se sobreponía a cualquier temor. Una respuesta que no existía hasta entonces. Su secuestro durante dos días, su condena a una muerte anunciada con un plazo fijo, conmocionó a todos. Y todo ello después de que solo hubieran transcurrido 10 días de la liberación del funcionario de prisiones Ortega Lara, que pasó 532 días de cautiverio. No importó la ideología. El ultimátum dado por los terroristas a un joven con un enorme futuro por delante y con el que se identificaron muchos fue sesgado.  

El grito y la rabia en contra de los terroristas, con las manos limpias y alzadas, se hizo global. Aquel atentado contra la libertad de Miguel Ángel supuso una rebelión social y un cambio en la convivencia. 

Desde entonces, después de 25 años, hay mucha gente que sigue trabajando para que no se permita olvidar lo que pasó. 

Fue un asesinato a cámara lenta, que provocó el llanto y la catarsis ciudadana" - Carlos Totorika. Exalcalde de Ermua 

Hubo un antes y un después. El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco provocó un sentimiento social multitudinario de rechazo hacia el terrorismo.

Son cientos las imágenes que muestran a un pueblo sumido en la conmoción durante el secuestro, que se convirtió en una macro manifestación continua de dolor e indignación. De furia contenida, de dolor. Los abertzales que no se sumaron a la petición de liberación desaparecieron por aquel entonces de Ermua y de los alrededores durante algunos días. 

En Madrid, además del lema oficial que por aquel entonces llevaba en pancartas. Por la Paz, la Unidad y la Libertad se corearon otros mensajes como Vascos sí, ETA no.  

Las estadísticas y los analistas coincidieron en que durante el secuestro y los días posteriores a la muerte de Miguel Ángel se produjeron las mayores manifestaciones de la Historia de España del siglo XX.

En la localidad vizcaína, las relaciones sociales están ahora más normalizadas y la sociedad no está tan dividida. Pero va a costar mucho que se normalice por completo. Siempre hay alguna mirada mala, gestos de reprobación, pesadillas, discrepancias, etc. Aunque el fin de ETA y el paso del tiempo han logrado que la convivencia consiga prevalecer sobre el odio.

El daño causado en un pueblo perdura. Son muchos los que siguen empeñados en que el Espíritu de Ermua salga a la calle cada mes de julio durante ya un cuarto de siglo para rendir homenaje a Miguel Ángel Blanco para que su recuerdo no caiga en el olvido, aunque esa llama aún viva choque con el escaso conocimiento que sobre su infame crimen mantienen los jóvenes sobre la barbarie.

El polideportivo municipal de la villa lleva el nombre del edil asesinado, pero el conocimiento sobre su vida y la tragedia de su muerte es muy limitado y, en ocasiones desconocido, entre las nuevas generaciones, incluso chavales que cuentan ya con 20 años, tampoco saben demasiados detalles. Y eso que ahora la política ha dejado de ser un tabú en la sociedad vasca. Es más, la apatía política es lo que reina entre los jóvenes. 

Vista de la fachada del Ayuntamiento de Ermua, en la que cuelgan las fotografías de Miguel Ángel Blanco, asesinado en 1997 y de Sotero Mazo, asesinado en 1980  ]

 

Angustia y movilización

Sigue emocionándose cuando echa la vista atrás y va a hacer 25 años. El exalcalde de la localidad Carlos Totorika, verdadero artífice del denominado Espíritu de Ermua, recuerda como «el peor momento» comunicar ante miles de ciudadanos expectantes que habían encontrado al concejal con dos tiros en la cabeza. «Lo primero que me viene a la cabeza es que debía esforzarme en acertar en la gestión de aquellos momentos tan complicados», apunta. «ETA había dado 48 horas al Gobierno español para que acercara a los presos etarras a cárceles de Euskadi a cambio de la vida de Miguel Ángel y cuando se cumplió el plazo, miles de ciudadanos estaban debajo del edificio consistorial a la espera de ver qué pasaba», relata. «Fue un momento durísimo porque, además del dolor, se notaba mucha rabia y angustia, y me preocupaba la tensión tan brutal que se detectaba», explica. 

«Desde el minuto cero», el ayuntamiento trasladó a la ciudadanía que había que movilizarse, manifestarse, reivindicar la liberación del edil, pero no sentirse legitimados y «ni liberados» para «otras cosas, como dar palizas a militantes de la entonces Herri Batasuna (HB) o quemar su sede», sostiene.

Tras el hallazgo de Miguel Ángel se produjo un incendio en la sede de HB y el propio Totorika acudió a apagarlo con un extintor en la mano, una imagen fotográfica que se ha reproducido en numerosas ocasiones. «Lo hice por intuición, me salió instintivamente, no lo pensé... me tocó vivir la transición política y para mí las libertades son muy importantes para convivir en sociedad; no podía permitir que en Ermua hubiera actos violentos de ningún tipo», explica.

De todo lo sucedido, y con el dolor por el horror del final del edil, Totorika cree que la sociedad, en general, aprendió una «lección importantísima, que fue la clave decisiva para acabar derrotando a ETA: las movilizaciones ciudadanas».

En la sociedad vasca se sigue sembrando  el odio. Algunos consideran héroes a los etarras"- Carlos Totorika. Exalcalde de Ermua 

«ETA presionó con la violencia para generar miedo, parálisis, callar las bocas e imponer un proyecto político», dijo, y en Ermua se encontró el «antídoto» para esta situación: «Tener que actuar individualmente impide muchas veces superar el miedo, pero en grupo somos capaces de enfrentarnos a la violencia».

En relación a las nuevas generaciones, que no han vivido el terrorismo de ETA, Totorika mantiene que «podemos y debemos contarles lo ocurrido: secuestraron y asesinaron a un concejal por razones políticas».

Por ello, en los actos conmemorativos del 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco se han marcado el objetivo de «seguir con la construcción de la convivencia, con la memoria de que la violencia es inadmisible, porque no permite la pluralidad ni la libertad».

Sobre el surgimiento de nuevos grupos juveniles en el País Vasco, disidentes de la línea oficial que mantiene Sortu, Totorika opina que no cree que se pueden regresar al mismo escenario terrorista, pero alerta de que en la sociedad vasca «se sigue sembrando odio». «Algunos consideran héroes a los etarras que están en la cárcel por secuestrar y asesinar, y si piensan así, los que hemos estado enfrente de ETA defendiendo las libertades y la democracia, nos convertimos para ellos en fascistas que impedimos la libertad del pueblo vasco», argumenta. 

Totorika, militante del PSE/EE, alcalde de Ermua durante siete legislaturas y también parlamentario en la Cámara Vasca, se refirió también a la actualidad y al hecho de EH Bildu, coalición en la que se integra Sortu, respalde iniciativas del Gobierno central en el Congreso.

«Sortu es hoy un partido legal y tiene todo el derecho a colaborar abstenerse u oponerse a un gobierno u otro; es parte de la democracia, pero eso no quita que buena parte de la sociedad piense que es importante que critiquen el uso de la violencia, principalmente de cara a los más jóvenes», sostiene.

«Tienen la obligación de decir que el uso de la violencia es éticamente inaceptable y que no se puede utilizar como herramienta política para quitar la libertad y la vida a las personas», concluye.

Concienciar

Miguel Ángel Blanco sigue vivo en el recuerdo y en el corazón de la gente. Así lo demuestran los homenajes en su memoria, cada año o en ocasiones especiales dedicadas al recuerdo de un joven con ganas de vivir, alegre, extrovertido y apasionado por la música. Es un símbolo de libertad, de conciencia social, de avalancha popular contra el terrorismo. 

Hacer memoria de su persona supone preservar un tiempo y un espacio en el que la sociedad luchaba democráticamente contra la barbarie, clamando a ETA el cese del horror y del terror; exigiendo a las instituciones, a los gobiernos y a los poderes públicos que el Estado de Derecho debía actuar con firmeza y determinación  para aquellos que acababan con los derechos y libertades de los ciudadanos. 

Sus familiares y allegados piden justicia y paz, perpetuar la figura de Miguel Ángel y dar a conocer el vil asesinato y lo que significó para España esta lacra, así como el crimen de todas las víctimas del terrorismo. Que el Espíritu de Ermua conciencie sobre la historia del terrorismo. Que no se apague esa llama de convivencia y concordia. 

¿Qué fue de los asesinos de Miguel Ángel Blanco?

La Guardia Civil considera que fue la cúpula de ETA la que planificó y ordenó en 1997 el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. En un informe remitido al juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón -que tras una querella de Dignidad y Justicia (DyJ) investiga a nueve exdirigentes de la banda  por su supuesta responsabilidad en la muerte del concejal del PP en Ermua-, el Instituto Armado señala a cuatro antiguos jefes de la organización criminal: José Javier Arizcuren Ruiz, Kantauri; Mikel Albisu, Mikel Antza; Ignacio Gracia Arregui, Iñaki de Rentería, y María Soledad Iparraguirre, Anboto. Según concluyen los autores de ese informe, son «los integrantes del Comité Ejecutivo de ETA en 1997 que habrían planificado, dirigido, gestionado y ordenado la materialización del secuestro y posterior asesinato» de Blanco. 

No obstante, la denuncia de Dignidad y Justicia se dirige, además de contra estos cuatro ex dirigentes etarras, contra los también antiguos jefes de ETA Asier Oyarzabal; Juan Carlos Iglesias Chouzas, Gadafi; Vicente Goicoechea Barandiaran; Jokin Echevarria y Carlos Ibarguren.

Recientemente han visto la luz dos cartas manuscritas del etarra Kantauri fechadas entre julio y septiembre de 1997, y dirigidas al comando Vizcaya, que demuestran que la cúpula de ETA era quien daba las órdenes de secuestrar y matar en esa época a concejales del PP y del PSOE. En ella aparece como se da la orden de apuntar a la cabeza y disparar al edil Miguel Ángel Blanco.