Mañueco se enfrenta al reto de poner de moda a Castilla y León

David Alonso
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El presidente de la Junta jura su cargo para un segundo mandato apelando a la «moderación, diálogo, tolerancia e integración» y reclama unidad institucional para poder «poner de moda a Castilla y León»

El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, jura su cargo ayer en las Cortes durante el acto de toma de posesión. - Foto: Rubén Cacho (Ical)

Alfonso Fernández Mañueco ya es oficialmente y a todos los efectos el presidente de la Junta de Castilla y León. Cuatro meses después del final abrupto de la X Legislatura, el candidato popular activó ayer su Gobierno con Vox al jurar su cargo como nuevo responsable del Ejecutivo autonómico con un objetivo en mente: «conseguir la Castilla y León que ambiciono de la mano de todos y para todos». Un puesto que juró sin innovar en la fórmula ante los 250 invitados que acudieron al hemiciclo para seguir un acto que se inició con las palabras de la ministra de Educación, Pilar Alegría, en representación del Gobierno de España, para después ceder el testigo a un Fernández Mañueco que dedicó buena parte de un breve discurso de menos de 20 minutos a agradecer a todos aquellos que le había ayudado a llegar hasta ese momento. Emocionado por momentos al referirse a su mujer y sus dos hijas –que le observaban desde la tribuna de invitados–, y al 'Ángel de la Guardia' que le habían regalado antes de la sesión, el presidente extendió sus reconocimientos a compañeros de partido o históricos del PP como Mariano Rajoy o Juan Vicente Herrera –ambos presentes en el Parlamento–, así como al líder de Vox, Santiago Abascal, tras el pacto suscrito. El último agradecimiento se lo reservó para el nuevo líder del PP y gran ausente de la cita, Alberto Núñez Feijóo, del que aseguró sentir su «confianza y respaldo».  

Una política de gestión y no de gestos fue la promesa lanzada por Fernández Mañueco ante la Cámara para referirse a las líneas maestras que guiarán el nuevo Ejecutivo de coalición PP-Vox durante los próximos cuatro años, y dio su palabra de que será «el presidente de todos, sin distinción de opiniones o ideologías». Sabedor que la entrada de la formación de Santiago Abascal por primera vez en un Gobierno autonómico ha supuesto un maremoto a nivel político, hizo una llamada a aprovechar que «toda España nos está mirando» para «poner de moda a Castilla y León».

Una misión, la de construir un «futuro mejor», para la que requirió un esfuerzo «conjunto» de todos. «Insisto, de todos», reiteró Fernández Mañueco, que recordó que Castilla y León «no es ni puede ser nunca» el proyecto de un sólo partido o de un sólo gobierno. «Debe serlo de toda la sociedad. Y, por ello, toda nuestra sociedad debe implicarse», clamó el presidente de la Junta, que puso sobre la mesa una oferta de «moderación, diálogo, tolerancia, integración y un espíritu abierto y constructivo» para poder «crecer con la diversidad de opiniones y el debate público».

Afirmo mi voluntad de ser el presidente de todos, sin distinción de opiniones o ideologías".

 

Y es que la palabra 'futuro' fue una de las más repetidas en la intervención del dirigente autonómico, que no dudó en hacer un alegato sobre «las oportunidades que brinda esta tierra frente a aquellos que opinan lo contrario». «Quiero una Castilla y León orgullosa. De nuestra impresionante historia. De nuestro brillante presente. Del ilusionante futuro que podemos conseguir», enumeró Fernández Mañueco, ante lo que también envió un mensaje para que la sociedad castellano y leonesa se sume a la causa. En este punto, ambicionó «una Castilla y León firme y que confíe plenamente en nuestras posibilidades como Comunidad». «Sólo los pueblos seguros de sí mismos son capaces de ganar su futuro» remató ante un hemiciclo donde no estaban presentes los procuradores la UPL, Soria Ya y Podemos.

Cerca de las personas

Recordó también que gobernar no es sólo «distribuir recursos públicos o aplicar mecánicamente leyes, baremos o reglamentos», y lo contrapuso con su visión, que según detalló, obliga a los responsables a estar muy cerca de las personas, de sus inquietudes y preocupaciones  «sin cámaras, fastos y oropeles». «Gobernar es utilizar la política como palanca del cambio social», resumió para, a renglón seguido, apostar por una Comunidad activa y alejada de «los tópicos de pasividad o conservadurismo que injustamente nos atribuyen». «Veo el futuro de Castilla y León, con dificultades y retos, pero un futuro que gracias a la innovación, la solidaridad, la gestión, y con el trabajo y el esfuerzo de todos, va a ser brillante», afirmó.

El presidente se emocionó al agradecer a su mujer y sus hijas «su paciencia» estos años.
 

Pasos, estos últimos, necesarios para conseguir la Castilla y León que Fernández Mañueco ambiciona, ya que, como aseguró, en política «no hay redentores ni soluciones milagrosas». «Como en casi todo, el éxito sólo se consigue con trabajo diario, dedicación absoluta y resistencia frente a las dificultades», unos principios que se comprometió a aplicar para forjar una Castilla y León «humilde pero también sin complejo alguno por el prestigio de nuestra identidad y nuestro protagonismo en la España autonómica». 

Derechos sociales

También hubo tiempo durante su discurso para la defensa de los derechos sociales logrados «con tanto esfuerzo» y que se comprometió a «defender cada día». «No cabe indolencia o despreocupación alguna para conservarlos y mejorarlos, reforzando la solidaridad hacia los más desfavorecidos», añadió antes de asegurar que «la igualdad de oportunidades no se entienda como una continua equiparación a la baja, sino como la posibilidad de que cada uno labre su destino con su propio esfuerzo, y así se le reconozca sin complejos».

Fernández Mañueco concluyó con el deseo de lograr una Castilla y León centrada en las personas y en las «mujeres, que avanzan decididas a ocupar el protagonismo que merecen», además de dirigirse a los jóvenes y a los mayores, así como a los emprendedores, agricultores o ganaderos.