Langostinos por un hermano perdido

G. ARCE
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Luis Comella superó la covid en abril, pero su hermano y socio Juan Carlos no ha corrido la misma suerte en Venezuela. Pese a ello, el presidente de Pescafácil nunca olvida el esfuerzo "extenuante" de los sanitarios del HUBU

Luis Comella saluda a los sanitarios del HUBU durante la entrega de su donación de estuches de langostinos. - Foto: Alberto Rodrigo

Luis Comella conoce muy bien el significado de pandemia, una enfermedad global, sin fronteras, sin océanos, sin límites, sin piedad... La covid estuvo a punto de costarle la vida el pasado mes de abril en Burgos y ha regresado seis meses después para llevarse a su hermano mayor Juan Carlos, "socio y amigo del alma", que falleció en Venezuela el pasado 31 de octubre a los 56 años. La lucha no ha terminado, pero en medio del drama personal y familiar, el presidente de Pescafácil ha tirado de optimismo y, al igual que hizo cuando abandonó el HUBU en primavera, ha vuelto para agradecer tanto esfuerzo y dedicación de los sanitarios con un pequeño detalle: 200 estuches de langostinos.

Su hermano Juan Carlos criaba marisco en las grandes granjas de acuicultura que el grupo Lamar, el mayor criador de langostino vannamei de Venezuela, posee en el país sudamericano y que comercializan en España y Europa a través de Pescafácil y el Marisquero Burgalés. Allí vivía con su mujer y su hijo pequeño, de 15 años. La hija mayor estudia una ingeniería en San Sebastián y el segundo, de 23, está en los Estados Unidos.

Tras el susto vivido en Burgos por su hermano menor -pues Luis estuvo 24 días hospitalizado muy grave en el HUBU y el Río Hortega de Valladolid-, Juan Carlos mantenía un perfecto estado de salud. "Un día me llamó y me dijo que no se encontraba bien, que estaba con un resfriado y tenía dolor de cabeza. Le dije que se hiciese las pruebas porque este virus no avisa...", recuerda con amargura Luis.

Dada la difícil situación social y sanitaria que padece Venezuela, el hermano enfermo tomó la determinación de recluirse en su casa y contratar un equipo médico. Los hospitales allí están "abarrotados", no hay medicamentos y "tampoco hay información alguna del Gobierno sobre cómo es la situación sanitaria real del país".

El tratamiento al paciente fue seguido de cerca al otro lado del Atlántico, desde Burgos. De hecho los médicos venezolanos siguieron los protocolos facilitados por el neumólogo Gutiérrez Herrero desde el HUBU, "que se ha portado muy bien con nosotros". Pero, como en tantos otros casos, la enfermedad se complicó y fue necesaria la hospitalización urgente del paciente ante su necesidad vital de oxígeno. "Finalmente, le detectaron una fibrosis pulmonar y falleció de un paro respiratorio...".

La noticia cayó como un jarro de agua fría a miles de kilómetros, en la familia ‘española’ de Juan Carlos, que ya perdió a su madre poco antes de que se desatase la enfermedad global.

Si el luto ya es de por sí duro y desgarrador, la situación en la que han quedado la viuda y los hijos no se queda atrás. "El espacio aéreo venezolano está cerrado y mi cuñada y mi sobrino han salido este jueves del país a través de unas fincas camino de Colombia, algo que está totalmente prohibido. Su afán es reunirse con su hijo en Estados Unidos", cuenta el empresario de Pescafácil.

Elecciones. La situación en el país que gobierno con mano de hierro Nicolás Maduro a es "muy grave" desde hace años, pero la pandemia ha añadido más drama a esta nación hispana. Las cifras oficiales que da el Gobierno dan a entender como que no ocurre nada, que Venezuela es ajena al mal de la covid. Aseguran que hay 10.000 casos cuando en la vecina Colombia reconocen 250.000, "algo que es imposible".

La razón para tanto oscurantismo obedece, según explica Luis Comella, a la convocatoria de las próximas elecciones parlamentarias ("ilegales porque no participa ningún partido de la oposición"), que no se podrían realizar si se conociese la realidad sanitaria dejada por la pandemia. "Es increíble que utilicen esta tragedia con fines políticos tan perversos".

Luis, que a raíz de lo ocurrido ha vuelto a ponerse en contacto con Martita, como llama cariñosamente a la enfermera que le atendió en el HUBU, y con el director de la UCI, el doctor José Antonio Fernández Ratero, está convencido de que su obsequio ofrece algo de esperanza a un personal que sabe que está extenuado por la duración y la intensidad de la enfermedad. "Yo felizmente me he recuperado y no tengo secuelas. He vuelto a hacer ciclismo y hecho parte del Camino de Santiago del Norte, desde Irún hasta Castro Urdiales. No olvido lo que los sanitarios hicieron por mi y se lo agradezco en el alma".