En la prisión de Burgos no se ha llegado a los niveles de violencia que hay en otros centros del país, como el caso de Cuenca en el que un preso rajó el cuello a un funcionario. Sin embargo, los trabajadores insisten en que cada vez son más frecuentes las faltas de respeto y, lo que es peor, las agresiones de los internos. Los sindicatos volvieron a concentrarse ayer frente a la Subdelegación del Gobierno en Burgos para reclamar que se les considere agentes de la autoridad, una denominación que les serviría de defensa contra estos episodios que les suponen un gran riesgo. 

La excusa para volver a concentrarse este jueves para reiterar unas reivindicaciones ya históricas fue la agresión en Logroño de una interna a una funcionaria, que perdió dos dientes a causa de un fuerte puñetazo. Los sindicatos se quejan de que Instituciones Penitenciarias no tiene en cuenta los informes que emiten los trabajadores sobre la peligrosidad de los presos y las propuestas de inclusión en grados con régimen de vida más restringido. Achacan, de hecho, los últimos episodios violentos a esta «dejadez». 

Desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias en Burgos (Acaip) denuncian que en el centro de la capital las agresiones a funcionarios van en aumento en los últimos años y que en 2021 ya se ha superado la docena. Algunas de ellas de extrema gravedad como la que ocurrió el pasado mes de febrero en el módulo 13. Un interno que había consumido diversas sustancias prohibidas se puso agresivo y terminó atacando a varios trabajadores con palos de escoba afilados (...).

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