La Isla

MARTÍN G. BARBADILLO
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"La Isla no decepciona y es uno de los grandes secretos de esta ciudad (...) No es como La Quinta o Fuentes Blancas, esto es naturaleza diseñada, un espacio creado de la nada siguiendo unos gustos y buscando unas sensaciones. Y lo consigue"

Arcos de los Comendadores de Castilfale en el Paseo de la Isla. - Foto: Luis López Araico

¿Qué es? Un parque, o paseo, fino, fino.

Edad. Empezó a configurarse en su forma actual en el primer tercio del siglo XIX, así que va para el bicentenario.

La Isla, un nombre sugerente. Sí lo es. Aquí, en medio de la meseta-estepa, a casi mil metros de altitud y muy lejos del mar, suena evocador. Se llama así porque, según parece, el Arlanzón y algunos arroyos o cauces que discurrían por la zona formaban islas.

¿Como la Ile de la Cité de París (donde está Notre-Dame), o la Isla de los Museos de Berlín? Salvando las distancias, pero sí; tiene ese mismo aire de zona distinguida y de esparcimiento de la ciudad. Debía de ser un espacio curioso rodeado de agua por todas partes. Si de mi dependiese, los recuperaría. Tendría su punto. Pero incluso sin ellos, La Isla no decepciona y es uno de los grandes secretos de esta ciudad.

¿Secreto? Pero si está en pleno centro y sale en todas las guías turísticas. Tienes razón. En vez de secreto habría que decir que es uno de los lugares más infrautilizados de Burgos. A pesar de que es un sitio fantástico no está en el top de los predilectos de los burgaleses. Nunca está muy concurrido y muchas veces, más bien vacío.

Convénceme de que se equivocan. ¿Qué se puede ver o hacer en La Isla? Situémonos primero: el parque de La Isla, está entre el puente de Malatos y el puente de Castilla, en la orilla derecha del Arlanzón. Es "EL" parque del centro de la ciudad. Imagino que lo construyeron ahí porque con el trazado medieval de calles estrechas no encontraron un sitio cercano mejor. Es una gran recta arbolada de más de 800 metros, con jardines, caminillos y vericuetos. Tiene un toque decimonónico, romántico, a mí siempre me ha parecido muy francés.

Suena bien. Además, el camino central, antiguo paseo de carruajes, como en El Retiro, está sin asfaltar y eso te sumerge más en la sensación de jardín. No es como La Quinta o Fuentes Blancas, esto es naturaleza diseñada, un espacio creado de la nada siguiendo unos gustos y buscando unas sensaciones. Y lo consigue.

¿Como cuáles? Para empezar, mucha paz. Empuja a transitarlo despacio, abstrayéndose en los pensamientos propios o fijándose en cada detalle. Y hay dónde mirar, porque es un jardín botánico. Cuenta con decenas de especies de árboles de distintos países, cada una con su plaquita con su nombre y su correspondiente científico en latín. Hay cedros, tejos y hasta secuoyas gigantes.

Relaja ver árboles. Y eso no es todo. El parque está salpicado de restos arquitectónicos de la provincia de Burgos: arcos, fuentes... provenientes de iglesias, palacios y monasterios. Resultan curiosas, colocadas fuera de su lugar original. Los arcos de Castilfalé, por ejemplo, son como unas puertas, sin edificio, a ninguna parte. Conservan sus tres escalinatas que invitan a subir y atravesarlos, como en juego, aunque no haya interior al que acceder. Son un escenario clásico para las fotos de boda, al menos en las generaciones pasadas. Casi todo el mundo ha visto imágenes de sus padres vestidos de novios sonriendo bajo ellos.

Arte y naturaleza, buena combinación. Hay también un busto de Cervanes y un estanque con fuente y cascada que añade otro toque melancólico. Y todo con ese tono romántico. Al principio del paseo, está el palacio de La Isla, del mismo estilo, con aires neogóticos, como de cuento, que tiene además un jardín enorme. Este edificio es perfecto para este entorno.

Voy a comprarme una levita para ir vestido del modo adecuado. Harás bien. El lugar sería el sueño de un poeta del siglo XIX, que lo pasearía meditabundo, con un libro en la mano, torturado por sentimientos amorosos no correspondidos y se apoyaría afligido sobre las columnas de los arcos. Y si es en otoño, con su decadencia, el éxtasis.

Te has pasado un poco, ¿no? Me he imbuido del entorno. Quiero decir que es un lugar fruto de su tiempo, como un decorado al aire libre, en el que te puedes montar tu película.

Y con esa pintaza que tiene, ¿no es muy popular? Pues la verdad es que no; no es un sitio de referencia. Las razones pueden ser varias. De un lado, no es un lugar de paso hacia casi ninguna parte, está escorado hacia el final de la ciudad por el oeste. Por otra parte, solo hay eso, paseo; no cuenta con tiendas, ni bares, lo que le resta atractivo para el paseo social. Hace años se instaló un parque infantil de ambientación histórica burgalesa para animar la zona.Y, además, es demasiado corto para la pasión burgalesa por caminar sin fin; para eso están Fuentes Blancas o La Quinta. Y hay más.

¿El qué? Está el río y sus riberas a las que se puede acceder desde el propio paseo. Tampoco son muy frecuentadas, cuando espacios similares en otras ciudades europeas estarían llenas de gente haciendo picnic, por ejemplo. Pero, al parecer, no es nuestro estilo.

Alguien tiene que ser el primero. ¿Te animas? Sabes que a lo que sea, pero igual esperamos mejor a primavera.

Si quieres parecer integrado. Ponte la levita a la que te referías antes y recórrete el paseo, a paso lento, de arriba a abajo.

Nunca, nunca, nunca... Arranques hojas o frutos de los árboles por exóticos que te parezcan. Compórtate.

La Isla