Debe resultar complicado organizar unas fiestas mayores al gusto de la mayoría en una ciudad que demanda originalidad al tiempo que preserva una fortísima devoción por su tradición. Debe ser complicado complacer los gustos de niños, jóvenes y mayores en un entorno envejecido en el que los chavales piden a gritos ser incluidos. Pero tiene que ser todavía más complicado sacar del centro de la ciudad parte de su programación para distribuirla por todos esos barrios que también quieren participar.

Obligar a los ciudadanos a desplazarse para disfrutar de determinados actos puede parecer una puñeta si evadimos los beneficios que ello conlleva: dar vida a otras zonas, acercar la cultura a todas las casas, animar a comprar más allá de las típicas calles de la ciudad. Apreciémoslo y hagámoslo por una vez. Vayamos a las verbenas de Gamonal, a los conciertos del Andén, a los de San Amaro, comamos y bebamos también en esos barrios.

Disfrutemos de las fiestas ahora que han vuelto, reunámonos de nuevo, tapémonos los oídos si hace falta para no escuchar el ruido. Necesitamos barracas, conciertos, teatro, pinchos y tapas, Mahous y Riberas del Duero. Necesitamos jarana.

Convivamos dos semanas con aquellas multitudes, con el barullo, el agobio, busquen bien en el programa que seguro que hay algo que les llena, de lo nuevo, de lo viejo, de lo que viene de fuera y de lo que tenemos aquí dentro. Disfruten y ya está. Disfruten también por los que no podemos estar, por los que nos morimos de envidia leyendo las crónicas que publica este periódico cada día, por los que solo podemos veros a través de la página web de la televisión.

Qué ganas de llegar.