Así es la vida, llena de expectativas y posibilidades, muy pocas se cumplen porque lo divertido, según dicen algunos, es el camino y lo que te va ocurriendo durante la travesía. Esto es lo que deben de pensar en Madrid sobre la llegada del AVE a Burgos.
Cuando por trabajo viajaba alocadamente por toda España, guardo un recuerdo muy especial de mis bajadas al sur en el AVE. Aquellos maravillosos viajes a Córdoba y Sevilla en el recién estrenado tren de alta velocidad. Bueno, realmente lo que más recuerdo son las risas, las tertulias y los encuentros en ese tren, donde coincidíamos todos los norteños que nos concentrábamos en Madrid y queríamos bajar al sur. Siempre me ha parecido muy curioso que los norteños hayamos puesto tanto empeño en conocer el sur de España, mientras que, a nuestros hermanos del sur, parece que les importa más bien poco, eso de subir más allá de Madrid, supongo que es porque piensan que, como en Juego de Tronos, en el norte siempre vivimos en el invierno. Quizás por ello nadie se ha molestado en que el AVE llegase antes al norte, o tal vez, nuestros votos nunca se han hecho valer por nuestros políticos como nos merecemos. Ahora, con tantos años encima, este tema de la llegada del AVE parece más un eslogan de los programas políticos que una posible realidad. Y lo que más me inquieta es que algunos se atrevan, como si fuera una novedad, a anunciarnos un nuevo retraso de su llegada. En este punto de la historia si nos ponemos a comparar, parece que nuestra única y maravillosa Catedral, a pesar de la época en que se hizo no costo finalmente, ni una parte en medios, situación y tiempo.
Tampoco llego a comprender, los mil cambios y quiebros imposibles a los que se viene sometiendo la línea, soy una ignorante y supongo que los ingenieros sabrán el por qué, pero mirando un mapa, aun siendo de letras y mujer, la línea recta era más que clara. Ahora, si vuelvo a mirar el mapa, parece que incluso puede acabar pasando por cualquier ciudad de nuestra vecina Portugal antes que por Burgos, por eso de hacer un último desvío políticamente correcto. Pues nada, paciencia y a seguir pagando impuestos para un AVE que no llega, pero que seguimos esperando.