50 municipios más allá del alfoz aumentaron su censo

HÉCTOR JIMÉNEZ
-

En total, casi 120 se libraron de la tendencia mayoritaria al vaciado entre los años 2017 y 2022

Pese a los incrementos puntuales, el conjunto de la provincia se dejó casi 5.000 habitantes. - Foto: Alberto Rodrigo

La pérdida de habitantes es generalizada y sigue siendo claramente mayoritaria. Dos de cada tres pueblos de la provincia de Burgos vieron adelgazar su censo en el último lustro. Pero no solo hay casos negativos, puesto que el resto, alrededor de un tercio del total, lograron crecimientos poblacionales aunque en algunos casos fueran mínimos. Y lo llamativo, además, es que se produjeran más allá del alfoz de la capital.

Desde el gran crecimiento inmobiliario que acompañó al arranque de este siglo, las localidades más próximas a la ciudad de Burgos se han beneficiado primero de un enorme flojo de nuevos vecinos hacia las urbanizaciones recién construidas, y posteriormente de los nacimientos derivados de aquellas familias jóvenes que se formaron en la cultura de las casas unifamiliares. De ahí que buena parte de la lista de los que crecen estén copados por esos 'pueblos dormitorio'. De hecho, se llevan casi todos los primeros puestos si valoramos el crecimiento en términos absolutos y no porcentuales. Pero no todos.

Medio centenar de municipios que no están situados en la órbita de la capital lograron aumentar su censo entre los años 2017 y 2022, según los datos del Instituto Nacional de Estadística correspondientes al padrón del 1 de enero de cada año. En total, en la provincia de Burgos hay 119 que presentan una diferencia positiva, y teniendo en cuenta que el alfoz lo componen oficialmente 58 localidades la diferencia sería de 61. 

Sin embargo, incluso algunos pueblos cercanos a la ciudad pierden población, de ahí que el dato ronde la cincuentena. Es el caso por ejemplo de Isar, que vio rebajar su padrón en 27 personas. También los de Valle de Santibáñez (-12), Campolara (-14), Atapuerca (-5) o Hurones (-17). Todas ellas comparten la característica de ser municipios de pequeño tamaño que no están tan cerca de la capital como otros y en los que no se han desarrollado grandes urbanizaciones.

 La que más crece, con enorme distancia sobre las demás, es Aranda de Duero, que por sí misma se ha convertido en un polo de atracción poblacional que deriva de la pujanza económica de la Ribera del Duero. De hecho, entre los 30 primeros puestos aparecen otras localidades ribereñas como Fresnillo de las Dueñas, Pedrosa de Duero, La Vid y Barrios o Grisaleña.

También está entre los primeros puestos Valle de Mena, que concretamente se cuela en el cuarto lugar de esta clasificación al haber logrado incrementar su censo en 181 habitantes. Y encontramos también al Valle de Valdelucio, situado en los páramos limítrofes con la provincia de Palencia y ya en las cercanías de Aguilar de Campoo, donde han conseguido una meritoria subida de 33 habitantes para superar holgadamente los 330.

Además, llaman la atención en el listado un par de localidades que   no forman parte de  la comarca del alfoz pero que tampoco están demasiado lejos de Burgos, aunque ya no pueden considerarse pueblos dormitorios. Uno de ellos es Huérmeces, 25 kilómetros al norte de la capital. Allí, su alcaldesa, Silvia González, lo explica como un fenómeno vinculado a los últimos comicios municipales de 2019, debido a un empadronamiento súbito por motivos electorales. 

El otro es Villaldemiro, a 30 kilómetros por la carretera de Valladolid, donde sí hay un verdadero fenómeno de nueva población llegada a la localidad en los últimos años. Su crecimiento ha sido del 35% al pasar de 73 a 99 habitantes, pero no es ni mucho menos el récord porcentual: una vez más en el apartado más curioso de las estadísticas se cuela Jaramillo Quemado, el ayuntamiento con menos habitantes del territorio burgalés. Pasó de 5 a 10 vecinos y esto, claro, provoca que en los cuadros del INE figure un aumento del 100%.

El global, pesimista. Pese a estas tímidas buenas noticias que aportan las contadas localidades que suben, el conjunto de la provincia se dejó por el camino 4.940 habitantes a lo largo del último lustro. La capital sufrió la peor sangría al ver perderse más de 2.500 vecinos, Briviesca rozó una pérdida de medio millar, el censo de Miranda de Ebro cayó en casi 400 personas, en Villarcayo restaron 250 y en Quintanar de la Sierra 223. Eso por hablar únicamente de los que superaron una pérdida de 200 habitantes, porque la lista completa sería casi infinita de relatar.