A Jesús Gómez le gusta levantarse temprano, desayunar tranquilo y prepararse para una jornada intensa de entrenamiento. Es la rutina que sigue casi todos los días del año. Y es que la vida del atleta de élite deja muy poco tiempo para el descanso porque el cuerpo apenas tiene memoria. Por lo menos, no a corto plazo. Después de competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, el burgalés puso fin a la temporada y se fue de vacaciones, pero tan solo 15 días más tarde ya estaba de vuelta. «Y en ese tiempo se llega a perder la forma», comenta con una sonrisa y cierta resignación el tetracampeón de España de 1.500.

Desde que comenzó a entrenar en serio a las órdenes de Benjamín Álvarez Furones, Gómez ha tenido que ser muy disciplinado para conseguir sus objetivos y codearse con la flor y nata del mediofondo europeo y mundial. Se ha adaptado a una rutina que implica sacrificios, pero que le ha dado resultados. Suele entrenar junto a su pareja y el 'grupo del río' seis días a la semana y, aunque sigue una alimentación saludable y sin excesos, no tiene nutricionista. El alcohol, por su puesto, ni tocarlo. «Así me ha ido bien y así voy a seguir», asegura.

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