Ajenos a su propio rescate

J.M.
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Un amplio despliegue busca durante toda la madrugada del sábado a dos montañeros que, desconocedores de las batidas, pasaron la noche en una de las cabañas del Bernacho. Un perro de SOS Carranza (Vizcaya) los encontró

Cuentan los que conocen el entorno de Lunada, Castro Valnera y Cabañas del Bernacho, en la frontera entre Burgos y Cantabria, que aquella es una zona más «dura» de lo que muchos aficionados a la montaña creen. Ya si es en una noche de frío intenso, nieve húmeda y ventisca, la situación se vuelve aún mucho más adversa. Esas fueron las condiciones que se dieron en la noche del sábado al domingo, que empezó a tornarse preocupante cuando Pilar, la persona que regenta el Refugio de Castro Valnera, recibió una llamada a eso de las 21.30 horas en la que los amigos de un joven extremeño que había salido a realizar una ruta alertaron de que habían dejado de tener noticias de su paradero. En la última comunicación por teléfono les había relatado su cansancio y que apenas le quedaba batería.

Fue entonces cuando Pilar, sabedora de los potenciales peligros, comenzó a movilizar a todo aquel que pudiera ayudar. Se desplegaron entre diez y quince personas para buscar al joven y también a otra persona de mayor edad que, al revisar los mensajes enviados a los amigos, supieron que había conocido en su peregrinar y le acompañaba.

En aquella difícil faena se juntaron con el mismo objetivo tres motos de nieve, experimentados montañeros conocedores de la zona, la Guardia Civil y los Bomberos Voluntarios y Protección Civil de SOS Carranza (Vizcaya), que no dudaron en salir de sus límites competenciales al recibir la llamada de auxilio.

Míchel, con su perro de rescate Nur, emprende la búsqueda en plena ventisca. Míchel, con su perro de rescate Nur, emprende la búsqueda en plena ventisca. - Foto: SOS Carranza

El coordinador de la Agrupación, Rubén Freire, explicaba ayer que precisamente su condición de voluntarios les permite una mayor flexibilidad para poder asumir estas intervenciones y aunque el protocolo establece también que deben pasar 24 horas para iniciar una búsqueda; en este caso, con nieve y temperaturas bajo cero, entendieron que no se podía esperar. Si algo había ido mal, el tiempo era muy valioso.

Hasta allí fueron varios efectivos en un vehículo 4x4. Míchel y su perro Nur, especializado en rescates, formaban parte de la expedición y decidieron emprender la búsqueda por allí donde no se podía transitar a cuatro ruedas.
Llegó un momento en el que el 4x4 no podía avanzar y Míchel y Nur decidieron avanzar a pie en busca de los desaparecidos. De la misma manera que se hacían batidas con las motos de nieve y con otros montañeros conocedores de la zona.

Pasaban las horas, avanzaba la madrugada y no había noticias. Ajenos al despliegue, los dos protagonistas pasaban la noche en una de las cabañas de ganaderos del Bernacho. Tal y como se supo después, habían podido hacer un fuego y no les faltaban ni víveres ni bebida para hidratarse.

La nieve acumulada dificultaba las labores de búsqueda. La nieve acumulada dificultaba las labores de búsqueda. - Foto: SOS Carranza

Acababa de amanecer cuando Míchel, siguiendo el rastro que marcaba Nur, se acercaron por aquella zona. Al grito de ¡Buenos días!, pudieron ver a un hombre que había salido de la cabaña y poco después lo hacía el joven extremeño, de cuyo entorno había salido la llamada de alerta.

El más veterano, conocedor de la montaña, se mostraba contrariado, ya que no comprendía que se hubiera montado semejante despliegue de búsqueda.

Según relataron a los voluntarios, ambos coincidieron en la montaña, el joven comentó su extremado cansancio y ante las dificultades de continuar hacia el Refugio de Castro Valnera, decidieron pasar la noche en una de esas cabañas.

Vehículo de la Agrupación de Bomberos Voluntarios y Protección Civil de Carranza.Vehículo de la Agrupación de Bomberos Voluntarios y Protección Civil de Carranza. - Foto: SOS Carranza

Por suerte, todo acabó en un susto y realmente fueron los rescatadores los que, tal y como relataba Pilar, «se jugaron el tipo» en una expedición de búsqueda que mejor hubiera sido que nunca se hubiera realizado.

La historia terminó con un chocolate bien caliente en el refugio. Para olvidar y celebrar.