Una vuelta con termómetro

C.M.
-

Las escuelas infantiles municipales reabren con un estricto protocolo de seguridad, que se ensaya para el próximo curso

Martina se quedó un poco estrañada cuando le tomaron la temperatura antes de entrar en el centro Los Gigantillos. - Foto: Luis López Araico

Martina, de 3 años, se reincorporó ayer a las aulas de la escuela infantil Los Gigantillos después de varios meses en casa por el confinamiento del coronavirus y esperaba encontrar a la entrada el bullicio de otras ocasiones pero se topó con una alfombra verde en la que se tenía que quitar los zapatos y ponerse otros y que su profesora le tomara la temperatura y le echara gel hidroalcohólico en las manos. Tampoco su padre, Santi, le acompañó al interior del centro como en otras ocasiones. Tras unos segundos extrañada, entró encantada con su mochila al hombro con ganas de ver a sus compañeros de aula. Prácticamente lo mismo les pasó a Gael o a Santi, este último hasta echó alguna lágrima al ver alejarse a su madre a pesar de las ganas que tenía de ver a sus compañeros y profes. 

Y es que los más pequeños han dado una lección a los mayores durante la pandemia pero también en la vuelta a la nueva normalidad, que para ellos es pasar unas horas en las escuelas infantiles mientras sus padres trabajan. «En casa se aburre y tiene que relacionarse y hacer vida. Además, este año termina la escuela infantil y el próximo irá al colegio y tiene que coger  la rutina y los horarios», aseguró Santi, el padre de Martina. 

Los padres y madres han hecho lo que han podido durante el confinamiento pero ahora han decidido volverles a llevar a las escuelas infantiles al tener que volver al trabajo presencia. Nolwen, la madre de Gael, asegura estar tranquila, dado que el centro les ha informado de todas las medidas. «Confío en los profesionales, lo hará bien. Y si pasa algo... pues pasará».

Paola, la madre de Santi, reconoce que le daba un poco de miedo la vuelta pero al ver las medidas  adoptadas se fue tranquila. «Está bien que los padres o las madres no puedan entrar al interior. Aquí estará con más gente, pero en el parque también».

Las tres escuelas infantiles municipales, Los Gigantillos, Pequeño Cid y Villalonquéjar reabrieron ayer sus puertas con un total de 77 frente a los 306 matriculados y con muchas medidas de seguridad: entrada escalonada, toma de temperatura, limpieza de manos, cambio de calzado, prohibición de acceso de adultos, menos escolares por aula, la comida se sirve en la clase y no en el comedor... «Los niños están separados por aulas y hay grupos estables de convivencia. Podrán salir al patio que hay en su clase y se han clausurado los columpios», señaló Sandra Santillana, directora de Los Gigantillos.